Hoy voy a andar como Pedro por su casa armando la marimorena. Y es que, como quien no quiere la cosa, no se puede bailar con la más fea y callarse como un muerto. Eso sí, cada uno en su casa y Dios en la de todos, que allí donde fueres haz lo que vieres y no por mucho madrugar amanece más temprano. Y es que, aunque a río revuelto ganancia de pescadores, reunión de pastores, oveja muerta. Eso sí, con paciencia y una caña, cuanto más viejo, más pellejo. Y es que es mejor un marco incomparable que un espectáculo dantesco con los pies por delante.

Tantas cadenas de televisión, tantos programas con reporteros por la calle, tanta conexión en directo, tanto tiempo que rellenar y tan poco que decir (o tan poca profesionalidad) que nos sepultan con tópicos, refranes, frases hechas, dichos, lugares comunes, pensamiento revenido.

Eso sí, puede uno defenderse con uñas y dientes como gato panza arriba que de casta le viene al galgo. Y es que de oca en oca y tiro porque me toca, que a quien buen árbol se arrima buena sombra le cobija y si donde no hay pan buenas son tortas, donde menos te lo esperas, salta la liebre. Eso sí, puta la madre, puta la hija, puta la manta que las cobija.

Y para hablar y hablar sin decir nada lo mejor es usar muletillas como pegamento universal. La pereza mental del recorta y pega contagia a quien cobra por metros de cháchara. No hay que unir palabras para formar frases si hay fórmulas esclerotizadas que te las dan hechas. No hay que unir frases para formar un pensamiento lógico y articulado si hay muletillas que hilvanan una cantinela escurridiza y resultona. No hay que pensar. Se plantan con el micrófono en el lugar de los hechos y, rodeados de vecinos, ponen el automático: tópico y es que frase hecha, eso sí, refrán, y es que frase hecha, eso sí, dicho, y es que lugar común. Qué pereza mental. Qué matraca.