Me duele a mí tanto como a ti: ¿por qué se debate si Los Simpson ya no son lo que eran? ¿Acaso hay traidores que sólo quieren fastidiar a sus leales seguidores? ¿O es que hay leales seguidores que denuncian una decadencia que los traidores al espíritu original no quieren ver? Según mi leal (o traidor, según) entender, hay una pieza central de la serie que ya no es lo que era: Homer. Es como si cambiara el Pedro de Los Picapiedra, el Fleischman de Doctor en Alaska, la Aída de Aída. Seguirían Pablo Mármol, Maggie O'Connell o el Luisma, pero la serie ya no puede seguir siendo la que era.

La clave estaría, creo, en el análisis que Raja Halwani hace en Homer y Aristóteles, el primero de los capítulos del libro Los Simpson y la filosofía. Sostiene que, a pesar de los muchísimos defectos de Homer y su falta de virtud, perdura en él algo admirable desde el punto de vista ético: "El amor de Homer a la vida es un rasgo sumamente admirable, y no es ésta una cuestión baladí, pues muchos tienden a no ver en Homer más que bufonería e inmoralidad. Es más, el amor de Homer a la vida se destaca como una cualidad especialmente en esta época, cuando la corrección política, el exceso de buenas maneras, la falta de voluntad de juzgar a los demás, la obsesión por la salud física y el pesimismo a propósito de lo bueno y placentero de la vida son más o menos la regla general". Marge dice que la mejor cualidad de Homer es su "humanidad desenfadada", lo que no es sólo eructar, expulsar flatulencias y rascarse el trasero en público, o comer y beber hasta perder el conocimiento ("Si sólo se tratase de eso, Homer no sería más que un guarro", apunta Halwani). Su "humanidad desenfadada" va más allá e incluye su "embriagadora pasión por la vida" (en términos de Ned Flanders).

Pero Homer está dejando de ser un perdedor enamorado de la vida y se está convirtiendo en un simple bufón, inmoral y guarro. Se está convirtiendo en Peter Griffin.