Tras la primera edición suspendida en sus 65 años de vida a causa de la pandemia, Eurovisión retornará en dos meses con los motores más engrasados que nunca, pronóstico abierto y 40 canciones que, a juicio de los expertos, representan una de las hornadas más potentes de su historia.

España podría correr otro año la peor de las suertes con la balada Voy a quedarme de Blas Cantó, quien repite candidatura tras la fallida edición de 2020. Las casas de apuestas le otorgan el antepenúltimo puesto de 40. Para Juanma Fernández, al frente del portal televisivo Bluper, mientras “Letonia, San Marino y Reino Unido han aprendido de los errores del año pasado y traen canciones que les llevarán a la primera parte de la tabla”, España no ha hecho bien los deberes.

“Habrá que ver de aquí a mayo los cambios que se introducen, pero creo que estará en la segunda parte de la tabla para abajo”, vaticina. De la misma opinión es José García, de la web especializada Eurovision-Spain, para quien “España corre el riesgo de quedarse en una candidatura solo correcta, que pasa desapercibida”. Para él, las oportunidades de mejorar los presagios pasarían por “explotar el aspecto más emocional de la candidatura, conseguir conmover a Europa y hacer de la actuación algo memorable, verdadero, orgánico, sencillo pero especial”. Escudero se aferra al optimismo. “España lleva cinco festivales seguidos entre los puestos 21 y 26, por lo que empieza a ser habitual predecir que ese va a ser su puesto. Yo confío en el buen hacer de Blas y en que la canción toque más corazones en directo”.

Las casas de apuestas colocan en pugna por el triunfo el sonido acelerado de los roqueros italianos Maneskin, que hicieron suyo Sanremo con unas líneas de guitarra que no suelen prodigarse por el festival.