Turespaña promocionará a partir de este próximo otoño un paquete turístico conjunto de las tres ciudades gallegas -A Coruña, Santiago y Lugo- que han sido distinguidas por la Unesco con el título de patrimonio de la humanidad, como han hecho ya antes otras ciudades españolas que se han agrupado para potenciar la rentabilidad turística de sus tesoros monumentales.

La compensación económica de contar con un faro reconocido oficialmente como uno de los atractivos históricos mundiales no llega directamente al obtener el nombramiento de la Unesco, pero abre unas oportunidades que no se pueden desaprovechar, especialmente en un momento en el que la severa crisis económica y una climatología adversa están causando este verano estragos en la afluencia turística a la ciudad coruñesa, que según los hosteleros cayó en julio un 14% respecto a 2008.

La iniciativa de Turespaña supone, entre otras cosas, un primer paso para intentar resolver una asignatura pendiente en la ciudad: cómo rentabilizar el turismo de cruceros. Una adecuada promoción turística de la Torre de Hércules permitirá corregir la inercia por la cual buena parte de estos cruceristas llegan hasta ahora al puerto con la única referencia de la Compostela monumental y apenas se detienen en la ciudad coruñesa, que recibirá este año a unos 100.000 visitantes vinculados a los cruceros, con una aportación de gasto estimada en unos 6 millones de euros. El aprovechamiento del gran logro de la ciudad, ubicada ahora internacionalmente por el nombramiento de la Unesco en el mapa de los grandes atractivos monumentales, no debería quedarse sin más en la aportación de Turespaña. Permanecen aún en la retina episodios como el de este pasado Primero de mayo, cuando 5.000 cruceristas desembarcaron en una A Coruña desierta que los recibió incomprensiblemente con todos los comercios cerrados. Las organizaciones comerciales, el Puerto y el Concello se han reprochado mutuamente esta descoordinación que desperdicia oportunidades económicas tan necesarias en estos tiempos de recesión, pero más práctico sería aprovechar la plataforma de promoción que ofrece la flamante Torre de Hércules para afrontar una constructiva autocrítica y abrir una perspectiva de colaboración para beneficio de la ciudad. A estas alturas, resulta incomprensible que la ciudad siga sin contar con una estación marítima moderna, un adecuado punto de bienvenida que permita atender las necesidades de miles de pasajeros y en la que se establezcan lazos de interés mutuo con las entidades comerciales o turísticas. La Concejalía de Turismo, por otra parte, tiene la responsabilidad de mejorar los cauces de información, dar respuesta a las demandas de comerciantes y hosteleros para optimizar los recursos y ponerse a la cabeza de iniciativas que rompan con la actitud pasiva y escéptica que ha imperado hasta ahora en este campo. Los expertos en turismo consultados por este periódico en un informe que se publica hoy mismo sobre cómo aprovechar al máximo el tesoro monumental de la Torre de Hércules, cuyo reclamo tras ser declarada patrimonio de la humanidad resulta indudable en las estadísticas, ya que sus visitantes casi se duplicaron en este pasado mes de julio con respecto al de 2008 al pasar de 21.000 a 35.000, inciden también en la necesidad de mejorar la recepción de autocares para turistas en el entorno del monumento. El Gobierno municipal debe aclarar cuanto antes su postura sobre la cesión del edificio de la antigua cárcel para su reconversión en un Parador de Turismo, pendiente en estos momentos de una revisión de los técnicos de Turespaña, ya que un portavoz de este organismo declaró a LA OPINIÓN que no aceptarán compartir la instalación con otros usos municipales, como es el caso de un centro de visitantes de la Torre anunciado en su día como un deseo de la Concejalía de Turismo. La ciudad se despertó el 27 de junio con un sueño cumplido, pero tras el momento de los merecidos aplausos por el gran logro, toca ahora ponerse manos a la obra. La Torre de Hércules fue en su origen un poderoso imán que atrajo la civilización y el comercio a las tierras del fin del mundo. La declaración de la Unesco ofrece ahora la posibilidad de recuperar esa tradición milenaria de progreso y riqueza. No la dejemos pasar de largo.