Las cosas se complican. Tras el anuncio a bombo y platillo de que Alemania y Francia liderarían el plan de de la UE para rescatar a la economía griega (resaltado sin rubor por nuestros diarios serios de información general), el presidente europeo, Herman van Rompuy, tan sólo proclamó "un compromiso político de solidaridad, si fuera necesario" que se perfilará "en las próximas semanas".

Es decir, ni ayudas bilaterales condicionadas, ni garantías para la deuda, ni avales para préstamos concedidos a los helenos. Y, ¿por qué? Pues porque, como señalaba un diplomático europeo durante un aparte de la reunión de Bruselas, no había acuerdo sobre los instrumentos que se arbitrarán para ayudar a los griegos.

Y, en cierto modo, es lógico. El principal pagano (Alemania) se resiste "a ayudar a un alcohólico dándole otra botella de licor", en palabras de un diputado liberal, miembro de la coalición gobernante en Alemania. Con el agravante de que Angela Merkel debe enfrentarse a sus propios problemas: pese al "crecimiento" de los últimos trimestres (¿generado por ayudas públicas e inventarios?), las previsiones apuntan a un aumento del paro en aquel país, que terminó 2009 con la mayor caída de sus exportaciones en 60 años. Así que el dinosaurio (la deuda) sigue allí. Y con visos de engordar.

PD. Una vez más, desolador el rol español. El día anterior a la reunión, la ministra Salgado anunció que España tendría un papel "protagonista". Al día siguiente, el único alto cargo europeo que no aparecía en la foto era? ZP. La razón la daba una fuente próxima a Sarkozy, en Le Monde: Francia y Alemania debían liderar la respuesta porque, en la UE, hay países afectados por la enfermedad griega (España y Portugal). Hubiera sido "curioso" que ayudaran a financiar a los helenos. Al final, ni eso.