De los equipos del Mundial sólo uno será campeón y, por tanto, sólo un país quedará contento. Hasta el semifinalista se sentirá frustrado y los demás, hechos trizas: el equipo, la afición y el país entero. Las tragedias de Italia, Francia, Inglaterra y Brasil dejan heridas memorables, pero las de Ghana o Argentina colocan al país en estado de coma y a los jugadores, en peligro físico. Los ajustes de cuentas en busca de culpables durarán meses. En el caso de Ghana, es todo un continente el que se siente derrotado. Un penalti mal pitado puede abrir un conflicto entre países. En España, por ahora, libramos, pero ¿merece la pena tanto sufrimiento y tales daños en la autoestima? Aunque la OMS no hace trabajo epidemiológico, ¿cuántas enfermedades incubarán los disgustos? Puesto que este asunto del fútbol se ha desmadrado y ha dejado de ser deporte, el Mundial debería suprimirse.