Varios grupos nacional-socialistas de Galicia, Bretaña, Alemania y el País Vasco se disponen a organizar en A Coruña un misterioso concierto del que se ignora el lugar de celebración, aunque no así la fecha. Será el 11 de septiembre -día de los atentados de Nueva York y del golpe de Estado contra Allende en Chile- cuando salgan al escenario, si el tiempo y la autoridad competente lo permiten, estos nuevos nazis de vocación guitarrera.

Quizás sorprenda un poco que en la Galicia mayormente poblada por paisanos morenos, no muy altos y de más que dudosa ascendencia aria puedan brotar nazis entre los grelos; pero en realidad no hay nada nuevo bajo el sol. Existen desde hace años algunas webs galaicas de internet en las que a las habituales monsergas sobre los judíos, los masones, Adolfo Hitler y la raza aria se agrega, como nota de color local, la defensa de una versión enxebre del nazismo apoyada en textos del galleguista Vicente Risco.

Nada originales, aunque curiosamente parecidos a sus colegas de la izquierda más extrema, los nuevos nazis gallegos echan pestes contra la globalización, el neoliberalismo, el sionismo y el capitalismo que, a su manera de ver, son los culpables de que la creciente inmigración esté contaminando la raza autóctona. Parecen ignorar que la única raza rubia gallega oficialmente registrada es la de las entrañables marelas; pero tampoco se trata ahora de sacarlos de su error.

Algún precedente de esta clase de desatinos existió ya hace años, cuando cierta organización autoproclamada nacional-socialista con sede en A Coruña difundió su vasto proyecto de creación de un nuevo Estado Luso-Galaico basado en los principios del orden "natural", la raza, la lengua galaico-portuguesa y el atlantismo territorial. Infelizmente, la propuesta no encontró el menor eco en el Gobierno de Portugal -copado, sin duda, por los judíos- ni entre los nacionalistas gallegos, siquiera fuese en su más extremada versión lusista.

Menos ambiciosas, pero igualmente expansionistas, las nuevas camadas de nazis a la gallega siguen reclamando parte del territorio portugués, las tierras del Bierzo y una franja del occidente de Asturias para completar los ahora exiguos lindes de este reino. Algunos de ellos reclaman la independencia de Galicia y los más se limitan a abogar por la creación de un imperio europeo, pero acaso lo más chocante sea que todos utilicen una variante del idioma galaico-portugués para reivindicar el pensamiento de Risco y los versos del bardo Pondal a favor de su causa. Ya sorprende algo menos que utilicen como símbolo la tradicional bandera gallega, bien sea cargada con una cruz rúnica, bien con un trisquel celta que recuerda nada vagamente a la esvástica del partido de Hitler. Infelizmente para quienes profesan devoción a la pureza de sangre, este es un país más bien descastado y poco jactancioso de sus orígenes tribales en el que sólo se aplica el racismo a los asuntos agropecuarios. Bien es verdad que apreciamos la sedosa textura cárnica de la raza rubia gallega -en su versión vacuna- y hasta hemos declarado especie protegida al can de palleiro y a los caballos asilvestrados que pueblan los montes antes de ser esquilados en los curros. Pero aún así habría que recorrer un largo trecho hasta la creación de un partido nazi autóctono que adoptase el "Ei, carballeira!" como sustitutivo ciertamente racial del "¡Heil Hitler!"

Un comprensible pudor ha llevado a los organizadores del Finisterrac Europa das Patrias -que así se llama el festival neonazi de Coruña- a ocultar el sitio exacto o siquiera aproximado donde se celebrará tan magno evento. Lástima. Nazis o no, probablemente fuesen muchos los interesados en disfrutar de piezas musicales tan divertidas, en apariencia, como Carragem galaica, Raça dos celtas, Sangue invicta, Peitos de ferro y Galiza Ariana. Como suelen decir los más ancianos de la tribu, tiene que haber de todo. Incluso un hit-parade de la esvástica.