De vuelta de vacaciones, reanudo este contacto semanal para hablarles de la Catástrofe perfecta, un trabajo de Ignacio Ramonet escrito en 2009 pero de intensa actualidad. Analiza el que fue director de Le monde diplomatique el mayor desplome financiero de la historia y alerta sobre otra triple crisis: climática, energética y alimentaria.

Advierte que estamos ante la mayor crisis sistémica nunca antes padecida, y que el mundo camina hacia una gran depresión, con el doloroso cortejo de destrucciones sociales. Y atribuye la debacle, con fundamentos irreprochables, a las políticas auspiciadas por tres oráculos del neoliberalismo: Schumpeter, Hayek y Fridman.

Las tesis de esos economistas: "destrucción creadora, Estado mínimo y violencia capitalista", fueron aplicadas con denuedo por Thatcher, Reagan o Bush, y hundieron a aquellos países que las pusieron en práctica (Chile, Argentina, México, y ahora Europa).

Hayek expuso el siguiente programa: Desregular, privatizar, limitar la democracia, suprimir subvenciones para la vivienda y el control de alquileres, disminuir los seguros de desempleo, reducir los gastos de seguridad social y quebrar el poder sindical. La misma receta que nos ha impuesto la Comisión Europea, regida únicamente por criterios económicos y no por criterios humanos. Donde económicos viene a significar lo que interesa a grandes empresarios, banqueros y especuladores que son los que nos trajeron la crisis que se inicia con el crack bursátil y le siguen el shock de la burbuja internet, quiebras de Enron, Arthur Andersen y Parmalat, estallido de la burbuja inmobiliaria, derrumbe de bancos americanos como Bear Stearns, Merrill Lynch, Citigroup o la quiebra de Lehman Brodhers etc. y otros europeos.

A juicio del autor, los gobiernos han respetado las consignas de política económica definidas por organismos mundiales reunidos dentro del llamado Póker del mal -FMI, Banco Mundial, OCDE y OMC- que ejerció una verdadera dictadura en la política económica de los estados y promueve las acciones de la Unión Europea.

En este escenario, los llamados mercados operan salvajemente sin control democrático, destacando sobremanera la voracidad de los fondos de pensiones que controlan las bolsas y las finanzas.

Con estos gatitos convertidos en leones incontrolables el panorama se cubre de sombras, aumentando la certidumbre de un futuro desesperanzador.