Aunque el médico me ha prohibido los disgustos, de vez en cuando zapeo en la tele. Por ello, veo a un tipo de no sé qué concurso al que le preguntan cuál fue el último dictador de Chile. Duda. Le dan una pista: "Comienza por Pi". El hombre duda más si cabe y responde: "Pi... Pi... Pipipí, qué sé yo". El público asistente aplaude gozoso a aquel individuo quien, a su vez, se autoaplaude feliz de la vida. Zapeo. Veo a una joven a la que le preguntan cuántos países hay en la península Ibérica. Duda. Se mosquea. Se mosquea más. Mira con desconfianza a la presentadora: "¿Países? Ninguno, ¿no?". Apago la tele. Ingiero un Valium 5, bajo receta. Los médicos siempre tienen razón.

Hablando ya en serio, esto es lo que hay. Lo que antes se llamaba "cultura general" ha muerto, finito, caput. Abandonemos toda esperanza. El poder lo ha conseguido. Sabemos todo de iPads e iPods, de consolas para videojuegos y de videojuegos para consolas, de Twitter, Facebook y Tuenti, sabemos articular que "los nuevos procesadores en 32 nanómetros suponen una enorme evolución sobre anteriores generaciones de CPU, por la implementación de CPU y GPU bajo el mismo chip". Pero de humanismo, geografía, literatura, arte o pensamiento, ni patata. Por eso decido sonreír y comentar con usted, querido lector, algunas preguntas y respuestas que circulan por internet y que recogen las pintorescas y tantas veces tiernas contestaciones a temas de actualidad, formuladas por un jurado y atribuidas a las concursantes de algún certamen de "misses" (al parecer, se siguen celebrando, qué cosas) y que en unos casos se asignan a "Miss Venezuela" o "Miss Guatemala" y en otros a "Miss Málaga", "Miss Orense" o "Miss Queseyoqué". Poco importa de dónde vengan estas historias, poco importa si fueron estrictamente ciertas: léanse como presunta muestra de lo que hay. Y ojo al parche: se atribuyen a "misses" lo mismo que podrían atribuirse a "missos" (que es como me gusta decir) o místeres (que es como pide la RAE que se diga: una RAE que, curioso, da como voz inglesa a "miss" y acepta como castellana el masculino).

En su momento, le preguntaron a una "miss" o a un míster o "misso" si creía que Gadafi debía dejar Libia. He aquí la respuesta, con gran sentido común: "Pienso que si no se llevan bien y, claro está, si no tienen hijos pequeños se deben divorciar". Interrogada otra en inglés, tras afirmar ella que hablaba bien ese idioma, sobre cómo se decía "perro" en esa lengua, contestó con acierto: "Dog". Pero, insatisfechos, los jueces insistieron: "¿Y cómo se dice veterinario en inglés?". Ahí vino el desastre: "Dog tor". Empero, la mayor parte de las preguntas versaban sobre el tsunami que sufrió Japón. Me gustó mucho lo que dijo una aspirante cuando le preguntaron, también en inglés, qué significaba tsunami: "My name is Carla", contestó; o sea, a ella que la registren, la chica no tuvo nada que ver, la pobre. Hubo a quien le gustó el tsunami, aunque con matices: "Es muy bueno, pero a mí me gusta más el tiramisú", repuso la criatura. Informada otra sobre la magnitud de aquel cataclismo, mostró su piedad y sus firmes creencias: "Rezo porque todos los niños de Japón estén bien resguardados de ese frío de 8,9 grados junto a su mamá, su papi y sus hermanitos". La onda radiactiva no siempre fue juzgada con severidad: "Me parece bien que una emisora haya llegado tan lejos", valoró una opositora a "miss". Estuvo muy justo y muy bien razonado otro comentario sobre lo que habría ocurrido de hallarse el epicentro en Tokio: "Si otras ciudades tienen un multicentro o un megacentro, entonces, ¿por qué Tokio no puede tener un epicentro?". Por último: "¿Qué opina sobre los últimos acontecimientos ocurridos en Japón?". Respuesta: "Lamentable, muy lamentable. No entiendo cómo se metió tanta agua en Japón teniendo allí la muralla china". Es lo que hay.