Embalados como estamos por el ardor que rodea la fusión de municipios, aparte de las razones estratégicas y administrativas y aunque hayan surgido nubarrones y desacuerdos en algunos vecinos, el momento es propicio y cuento con que la unión de Oza de los Ríos y Cesuras vaya adelante sin que falten chirridos ni tensiones, porque irreductibles, de esos que siempre se opondrán a todo lo que no se les haya ocurrido a ellos, siempre habrá. Incluso dos piedras que se rozan constantemente acaban puliéndose y acomodándose una a otra. Es más, sin temor a equivocarme anuncio que habrá momentos de más tirantez cuando lleguen las próximas elecciones y haya que formar listas: ¿quién encabeza ésta o aquélla? ¿cuántos de un núcleo y del otro hay en ellas? Suspicacias ciento. ¿Y cuál será el nombre del municipio resultante? Cuestión espinosa nada baladí que no sé si ya se trató. A este respecto recuerdo que un astuto ganadero, curtido en mil y una negociaciones, formó por la zona de Visantoña la cooperativa lechera Melisanto, acrónimo que recogía a los cooperativistas de Melide, a los de Santiso y finalmente de los de Toques. Y todos contentos viendo a su localidad reflejada en el nombre.