Es ya corriente que opinando sobre la labor periodística de Enric Sopena, y sobre su trayectoria ideológica, se saque venga o no a cuento que durante años este profesional catalán, bien conocido por sus posiciones en la izquierda socialista, fue miembro del Opus Dei, adscripción que no ocultó entonces ni ahora, de la que no reniega ni demoniza para chasco de los que exteriorizan ese detalle con toda la mala intención del mundo. He de agradecer a Enric Sopena, con quien compartí tareas periodísticas en La Vanguardia, su integridad en este punto entonces y ahora -él sin ser ya del Opus Dei y yo continuando-, así como alabaré siempre su coraje informativo puesto de manifiesto entonces con sus valientes crónicas -hablo del bienio 70/72- como corresponsal en Barcelona del diario Madrid, y cómo no reconocer su indomable sentido polemista para entrar a todos los capotes donde la injusticia y la falta de libertad flameasen. Aprovecho ahora que de nuevo leo que le preguntan sobre si fue del Opus Dei para enviarle un abrazo y agradecerle además las muchas madrugadas en que me trasladaba desde el periódico a mí casa en su 600 porque yo tenía escayolada una pierna.