Leo en un periódico este titular: "Shakira sigue en la calle". No me encaja. ¿Habrá reñido con Piqué y se habrá ido de casa? Pero con 125 millones de discos vendidos nunca se quedaría en la calle. ¿Un ataque de amnesia?, ¿un gesto de activismo político?, ¿un incendio forestal junto a la urbanización de lujo? Hasta que caigo en la cuenta de que se trata de otra Shakira, la niña de 6 años afectada por un tumor cerebral que había sido desalojada junto con su familia de la chabola que habitaban, antes de ser demolida, en Madrid. Cuando esta Shakira nació, sus padres sin duda le pusieron el nombre por la otra, tal vez para que se le pegara algo, por esa magia simpática onomástica en la que sin saberlo cree casi todo el mundo. ¡Esta niña un día será una famosa artista!, diría tal vez un familiar en el bautizo. Y, sí, la fama le ha llegado precozmente, gracias al Ayuntamiento de Madrid.