Otra vez Ourense, para nada bueno ni nuevo. Si uno se fía de los titulares por reflejo condicionado, un fatalismo: caciquismo, de Baltar a Rodríguez sin contar los rostros, con permiso de Gobernación, durante el franquismo. A pesar de que desde el fusilado Manoliño del 36, y a partir de la Transición solo dos alcaldes zurdos, Veiga Pombo y Francisco Rodríguez.

Incluso un ourensano cobró fama de cacique de exportación cara al mar de Vigo: el Soto nacido y criado en el corazón de Ourense.

Pero como nuestro escepticismo, por suerte de raíz criticista, digiere los sectarismos, los descendientes del Saltatumbas compiten en actualizar antañonas mañas electorales, desplegadas en el momento oportuno.

Tengo un sincero respeto por la Ley, y consecuentemente no discuto jamás la independencia judicial, me guste o me disguste la resolución. Quiero decir que no comento con reticencia alguna las actuaciones infatigables de la juez Pilar de Lara. Sin embargo no debe menospreciarse la contaminación -"presunta", faltaría más- por intereses políticos. Faltan, según suele "publicitarse", 25 días para las elecciones del 20-O.

En este caso concreto, Francisco Rodríguez ¿debe dimitir tras serle imputados los delitos de prevaricación y cohecho? Desde el punto de vista político es aconsejable. ¿Cómo regir una ciudad de más de 100.000 habitantes empatado a escaños con el PP y desasistido por el Bloque, dispuesto a romper la coalición?

Personalmente, por el contrario, reconocemos a nuestro alcalde los beneficios de la duda. ¿Y si finalmente es absuelto?

De nada le valdría ya para resucitar a la vida pública.