Núñez Feijóo, en los debates televisivos con los candidatos socialista y nacionalista, respectivamente, demostró ser el más capacitado para llevar las riendas de la Xunta de Galicia. Además de su oficio ante las cámaras, argumentos y tono expresivo, puso de manifiesto que la progresía no posee la exclusiva de la solidaridad y que la contumacia nacionalista por construir una identidad solo tiene cabida en su imaginación. En el duelo Pachi Vázquez-Jorquera, el espectador tuvo la sensación de que se trataba de emular una charla de antiguos feriantes gallegos en alguna alojería o bebedeiro a la luz de un candil de carburo. Todo un simbolismo. El temor de uno y otro al bilingüismo libre y cordial nos anuncia que, de volver el bipartito, perseguirían cualquier interacción social formulada en español. "Una patria, una lengua" no define identidad; no lo suscriben ni los más puristas. Su proclividad a encerrarse en sí mismos, ajenos a otras influencias, resultaría asfixiante e incestuosa. De nuevo, ha salido al panel electoral Unión Coruñesa, reivindicando la cooficialidad toponímica prometida por Negreira y camuflada aviesamente por Núñez Feijóo. El asunto de La Coruña con "L" no responde a ningún criterio partidista ni elitista; es la rebelión de un hecho. En este camino de la identidad, el señor Feijóo ha anunciado que Vigo sería candidata a una de las cuatro capitales bancarias españolas. Es decir, se despojaría a La Coruña de una de sus señas más características. Muchas gracias, don Alberto.

Otrosidigo

En 2006, con motivo del centenario de la Real Academia Gallega, se solicitaron del gobierno socialista 700.000 euros, propuesta que formuló una senadora orensana del Partido Popular. La Comisión de Cultura, que presidía el senador Curiel (PSOE) y de la que formaba parte el señor Jorquera, la rechazó. El nacionalista, hoy candidato a la Xunta, gran defensor del vernáculo, cuando fue inquirido por el entonces presidente de la RAG, señor Barreiro, se disculpó: "A veces uno no puede desmarcarse de los acuerdos tomados en la alta política". Todo un ejemplo. El Gobierno de Rajoy ha dotado ahora a la Academia Gallega de una cantidad similar, fija y permanente, consignada en los presupuestos del Estado.