Desde el reciente sangriento suceso de la escuela de Newtown, la controvertida Asociación Nacional del Rifle -que contaba con cerca de seis millones de miembros- ha experimentado un aumento de 500.000 nuevos asociados. Paradójico pero cierto. Cada vez que en USA se produce una masacre como la de Conectica, lamentablemente con tanta frecuencia que por su habitualidad casi deja de ser noticia, se pone sobre el tapete la conveniencia de prohibir, o al menos limitar, la venta y tenencia de armas que ampara la Segunda Enmienda de la Constitución americana. En esta ocasión parece que el Tío Sam se lo ha tomado muy en serio y el vicepresidente Binden, comisionado por Obama, se puso manos a la obra. Algún avance alcanzó el proyecto prohibicionista pues la asociación acepta en principio un mayor control sobre los poseedores de armamento y unos más severos requisitos para la adquisición de esas peligrosas herramientas. Incluso parece que se prohibirá la venta y posesión de fusiles de asalto y de otras armas de fuego de gran capacidad de cargador pero, eso sí, los que ya las tengan podrán seguir con ellas.

Bueno, pues a ver qué pasa. De momento, ante la posibilidad de prohibición, la venta de pistolas y rifles se ha disparado y armeros y fabricantes están haciendo su agosto. Por otra parte, varias escuelas de distintos estados de la Unión han establecido vigilancia armada en los centros y, como decíamos arriba, medio millón de personas se han enrolado en la NRA, acaso por ello Obama parece decidido a templar gaitas y, para que el personal se entere de que no está del todo contra las armas, la Casa Blanca se ha encargado de divulgar una foto, tomada en Camp David por el fotógrafo oficial, en la que el 44 presidente de la Unión celebra su 51 cumpleaños tirando al plato con una escopeta de cañón superpuesto. Cabe preguntarse a qué juega Obama, pero nosotros jugamos doble contra sencillo a que la Segunda Enmienda no será enmendada ni mucho menos derogada. No piensen que Barack Obama tiene un morro que se lo pisa, lo que ocurre es que no se puede perder popularidad, los votos mandan.