Con justicia se reprochó a Zapatero y su equipo la negación de la crisis. Palabra que incluso se negaban a pronunciar. Justo como ahora hace Rajoy con la palabra Bárcenas, que viene a ser el nombre o el alias de la otra crisis: la política e institucional. Este "negacionismo" de lo evidente es el primer síntoma de la incapacidad o de la incompetencia para afrontar los problemas más reales y tangibles.

Efectivamente, el año 2013 está poniendo en primerísimo plano la crisis política e institucional de la democracia española, fruto, en parte, de la crisis económica y de sus efectos devastadores de recortes, incumplimientos, destrozos del incipiente Estado del bienestar y otras calamidades públicas. Fruto solo en parte de la crisis económica, digo, porque la crisis política también es consecuencia del desgaste y deterioro progresivo de las instituciones nacidas en la transición, peculiaridad que nos es propia y que agrava la situación condicionada por la convulsión económica mundial y europea.

La ciudadanía y la opinión pública son muy conscientes de este grave problema político y, cada día que pasa, crece en extensión y contundencia la demanda de profundas reformas de los partidos, de leyes fundamentales como la electoral, de la Administración, de la Justicia, de los Servicios Públicos, de la propia Corona y de la misma Constitución. La solución a estos problemas está pasando de necesaria a urgente a la velocidad de la luz y es ya una cuestión cardinal para la democracia misma.

Queda muy poco tiempo para dar respuesta cabal a todo esto y todos los partidos debieran dedicarse decididamente a ello sin pausa y con la necesaria prisa. Desgraciadamente, los dos grandes partidos se muestran muy mermados en su capacidad de respuesta. El PSOE por su incapacidad de recomponerse o de "refundarse" pronto, tras las contundentes, merecidas y sucesivas derrotas sufridas; y el PP, quemado en tiempo récord por el flagrante incumplimiento de su propio programa y zarandeado por la corrupción, a la que solo sabe contestar con el torpe "negacionismo" que nada aclara y todo lo confunde para su desgracia y desgracia de todos.

Que lo sepan: queda muy poco tiempo político.