Vuelve el PSOE a dejar al PP y al gobierno en solitario, esta vez con ocasión de la aprobación del decreto ley sobre desahucios, y vuelve así a errar al apartarse de la gestión menos mala entre las posibles de un problema respecto del que ninguna medida adoptó durante sus muchos años de gobierno. Sigue así en la línea que se marcó desde la misma noche electoral, oposición frontal e incansable, pensando en ir debilitando a Rajoy hasta hacerlo caer, sea pidiendo su dimisión en el parlamento, sea acosándole en la calle encabezando lo que se mueva, sea recurriendo ante el TC cualquier medida de gobierno. Pero no solo no cae Rajoy sino que es el propio PSOE el que camina cada vez más deprisa hacia la nada. En medio de una crisis angustiosa lo importante es que el ciudadano, la mayoría, pueda distinguir referencias claras; referencias que pueden no ser gratas ni pasajeras sino duraderas y penosas de soportar, referencias no exentas de errores pero coherentes en el largo plazo. No ha pasado un año y medio de los cuatro que va a durar la legislatura y el gobierno haciendo lo que puede: lo que le manda la troika, lo que le consienten sus propios barones territoriales, lo que le permiten las herencias recibidas, lo que le deparan sus basuras interiores y lo que le disparan los adversarios en forma de huelgas, escraches o proyectos independentistas. El gobierno, digo, pese a todo continúa sólido con su mayoría absoluta haciendo como puede lo que le toca, gobernar. En esos meses el PSOE no ha recogido un solo voto de los que pierde el PP y se muestra como un partido a medio hacer o a medio deshacerse. No es que haya dejado de ofrecer una referencia, un criterio, una guía a los ciudadanos, es que los propone a cientos y contradictorios por boca de sus demasiados portavoces entre los que Rubalcaba ya no parece el director de la orquesta. Si el partido decide que me vaya lo haré con alegría, respondía hace un par de días a la pregunta sobre su candidatura para 2015. Su pretensión de frenar las turbulencias internas estableciendo un calendario ordenado, primero los candidatos a las europeas de 2014 y después el de las generales de 2015, llega tarde. Lleva casi un año y medio de retraso porque debió haberla forzado con su retirada la misma noche electoral. Habría obligado al partido a ponerse a reflexionar y a decidir en consecuencia. La candidatura de Madina, Pachi López, Griñán o Chacón importa poco a una sociedad que observando al PSOE no ve más que radicalidad, ensoñaciones y propuestas de reformas constitucionales inviables. Pero ¿quién manda en esa casa?

El viernes escribía el exministro de Justicia y europarlamentario socialista López Aguilar sobre la penosa situación de la UE, criticando tanto las alicortas políticas de austeridad de la derecha como las del absurdo movimiento de los seguidores de Grillo y responsabilizando a la izquierda europea de no haber sabido oponerse a unas y otras. En lo que toca a su partido lleva toda la razón, pero no es con más radicalismo sino con más moderación y realismo como, desde la oposición, puede ayudar a nuestro país a salir del atolladero.