Las crisis son así: pasión por el progreso y confianza en el futuro se paran en seco, y la mirada vuelve atrás. Se busca ropa en el fondo de armario, teléfonos en la vieja agenda, sensaciones archivadas en la memoria. ¿Qué pasa? Simplemente que las desdichas del presente nos hacen pensar que el tiempo pasado fue mejor. De momento, las carteleras anuncian la vuelta de Aznar, de Sarkozy y de la serie Dallas. Esta última parece un caso distinto y distante, pero no lo es tanto. Dadas todas las vueltas posibles a la truculencia y el espasmo en las series de los últimos tiempos, se vuelve a la sencilla maldad de siempre, con sabor de hogar. El pasado pasa, pero nunca se va muy lejos. Si no tuviéramos tan a flor de piel esa pasión por el regreso, las crisis durarían cuatro días, cuatro semanas o, a lo sumo, cuatro meses. Una vez abierta la puerta al jardín de atrás, no hay quien nos saque de él.