Por qué la ministra Báñez ha decidido promover y fomentar la delación anónima y el chivatazo entre aquellos ciudadanos que más están sufriendo las consecuencias del desastre económico y de la corrupción a gran escala? No trata la ministra de estimular la denuncia ciudadana, noble, abierta, firmada y con pruebas o claros indicios, del gran fraude o de la corrupción de cuello blanco, que es un derecho y un deber del ciudadano. Tampoco aquel tipo inicuo de chivatazo sirve en absoluto para pescar en los grandes caladeros de la corrupción, de la evasión de capitales, del gran delito fiscal o de la estafa que pudre el sistema y la democracia. El vil método de la delación se dirige contra los más pobres que se ven obligados a buscarse la vida, al margen de leyes injustas y hostiles, porque su desgracia ni siquiera les permite cumplir la legalidad vigente y vivir con una dignidad mínima. Estos serán los delatados y también delatores de otros como ellos. El que hace una chapuza sin IVA, porque con IVA ni come ni hay chapuza. El que trata de completar, como puede, una prestación miserable en vísperas de perderla. El que, con toda dignidad, hará lo que sea por la mera nutrición y el techo precario de sus hijos. ¿Qué pretende la ministra? ¿Envilecerlos más y encanallarlos? No puedo creer que esta sea la intención política de la ministra. No se lo permitiría ni siquiera su amiga la Virgen del Rocío.

Yo opino que la ministra y los que la inspiraron solo tratan, eso sí con enorme torpeza, de poner en marcha un nuevo tipo de ventilador para tapar las vergüenzas de los suyos, de sus partidos y de sus amigos. El mensaje es: "Ya lo veis: no solo Bárcenas, los banqueros, los políticos y los capitostes cobran o pagan sobre sueldos, estafan y defraudan. Lo hacemos todos. No hay responsabilidades. Nadie puede tirar ninguna piedra. Los pobres han de callarse porque son como los ricos, solo que menos hábiles o astutos y esto no tiene arreglo. Por fin todos somos iguales". Y la conclusión es tan evidente como estúpida: mal de muchos consuelo de imbéciles y a seguir tirando. Lo malo no es robar, sino robar poco.

Y opino esto porque no quiero pensar mal de una ministra que, entre otras cosas, piensa tan poco.