Las estadísticas y las encuestas no constituyen leyes si, además de interesadas, se atiborran de anacolutos. Al final, las incongruencias siguen el destino de quienes incurren en el error de configurar escenarios de ficción. El proemio viene al hilo de la endecha aeroportuaria, cultivada en las proximidades de la Xunta, y de la hipocresía valetudinaria de quienes se mueven en horizontes limitados. En estos ámbitos lugareños se descarga, con frecuencia, el demérito en los aeropuertos de Vigo y de La Coruña, cuando no se acusa al de Oporto, sin hacer autocrítica del despilfarro que significa la faraónica terminal de Lavacolla. No hay malicia, hay estupidez, en quienes tienen la pretensión inútil de acercarse a la realidad con desdén de la verdad. Los datos que se exhiben son una especie de galimatías: Lavacolla -dicen- gana cuota en Galicia pero pierde el 5% de pasajeros, y el recorte, en un 17%, de la oferta a Madrid copa la caída de usuarios. En tres años, el aeropuerto compostelano, reconocen, ha perdido 300.000 pasajeros en el tráfico con la capital de España. De esta merma ya no acusan a Oporto; al parecer, son los horarios, poco funcionales. Es la ley del libre mercado, y la aparición del AVE, cuya competencia con el avión en Galicia será más notoria. Las compañías aéreas, como El Corte Inglés, cuando actúan libremente, suelen tener por base los centros neurálgicos y populosos. Baste decir que Alvedro, en datos a 31 de diciembre, ha crecido 41,6% y Lavacolla perdió un 5,5%. Los números coinciden con la llegada de Ana Pastor al Ministerio de Fomento, y con ella, la cordura y la racionalidad. De la etapa anterior, le ha quedado la herencia de la seo aérea compostelana y el paso por AENA de pichileiros saturados del cascabeleo de vanidades ruinosas. A los plañideros lugareños, que se provean de mapas, indispensables tanto en la navegación aérea como en la vida misma. Los pilotos no se manejan como los admirados tiraboleiros, a veces víctimas de un humo ciego.

Otrosidigo

Al alcalde de La Coruña, Alvedro no parece preocuparle. "Está en otro municipio", ¿recuerdan? A él le va lo de presidente del PP provincial, que le permite recorrer los distintos ayuntamientos para tomar el pulso a sus afiliados. Los temas locales, semeja que los tiene delegados. Le apasiona la política periférica. Merece una consejería.