No tiene desperdicio el artículo de Hernández Mancha publicado el sábado último en el llamado diario monárquico por excelencia. Se titula El juez Castro y la Infanta. Viene a decir el antiguo dirigente popular que los jueces saben de Penal, los de instrucción, y de Derecho Privado, los de primera instancia. De algo mas sabrán, pero lo que está claro es que en Fiscal Penal, rama reciente, los jueces patinan frecuentemente. Lo que antes era una infracción administrativa de defraudación fiscal pasó a convertirse en un delito penal, distinguiéndose de la falta en razón de la cuantía económica y no en circunstancias subjetivas o causales. Si lo defraudado supera los 120.000 euros, a la trena, y si es inferior a dicha cifra, la cosa queda en infracción administrativa. El resultado, dice Hernández Mancha, "es que un juez que seguramente tiene dificultad para rellenar su propia declaración de la renta, se ve en la necesidad de discernir si mete en la cárcel a una infanta de España según que sean o no deducibles los gastos aplicados en el caso de autos". Entiende que el criterio de la Agencia Tributaria acreedora debería ser vinculante para el mantenimiento o no de la imputación, y si el juez cree que los inspectores lo que están es echándole un encubridor capote a su S.A.R., debería persistir en la imputación pasando al Ministerio fiscal el correspondiente tanto de culpa, para que deduzca la acusación que proceda contra los agentes que testificaron a favor de la Infanta. De no hacerlo sería el magistrado el que estaría incurriendo en prevaricación.

Pues a ver qué pasa. La Infanta ha declarado y, en su momento, el juez Castro tendrá que resolver sobre la imputación.

Con respecto al entorno de la declaración de doña Cristina, es interesante señalar que el morbo en la rampa no llegó a los niveles que se esperaba. Había más periodistas (300) que manifestantes, y más policías que todos ellos juntos. Los de la Cola fueron a aprovechar la oportunidad para sus reivindicaciones, y los republicanos e independentistas, a exhibir la tricolor y la estelada. No se sabe por qué también había una bandera del movimiento gay. Los que sí han tenido una excelente mañana fueron los vecinos de los juzgados que alquilaron sus balcones a buen precio, así como los bares de la zona, que acabaron las tapas y las cañas. Lo más destacable de todo ha sido la aguda declaración de Cayo Lara, al señalar que ante el hecho de que un "trozo de la Corona" declare ante el juez, lo importante es que éste actúe con plena soberanía e independencia y que si la Infanta cometió algún delito que lo pague, como cualquier hijo de vecino. Humo le salía de la cabeza cuando esto declaró en la inauguración de una conferencia estatal de su partido, afortunadamente no fue necesario avisar a los bomberos.