Tras un rosario de sucesivos aplazamientos, las nuevas instalaciones de Urgencias del complejo hospitalario de A Coruña entrarán en funcionamiento después de Semana Santa. El sistema de urgencias hospitalarias, que padece un crónico estado de colapso, es desde hace años uno de los principales puntos negros en el mapa de la calidad de vida de los coruñeses. Una mejoría del servicio que evite interminables esperas de pesadilla por las que buena parte de los ciudadanos han tenido que pasar en alguna ocasión es sin duda una demanda prioritaria.

El Sergas ha asociado la solución de este sempiterno problema a la ampliación del área de Urgencias del hospital y augura una importante mejoría con la entrada en funcionamiento de las nuevas dependencias, que fueron inspeccionadas en su tramo final el pasado lunes por el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. Las nuevas instalaciones cuadruplican los actuales mil metros cuadrados, con una inversión de ocho millones de euros. Cuentan con el triple de salas para clasificar a los pacientes en función de la gravedad, el doble de boxes para atenderlos, que pasan de 10 a 21, 97 plazas en observación, repartidas en 47 camas y 50 sillones, y salas específicas de pruebas diagnósticas como TAC o Rayos X para lograr esa mejoría.

A estas optimistas expectativas de las autoridades han opuesto importantes interrogantes la mayoría de los profesionales sanitarios, que aseguran que la situación de los servicios de urgencias seguirá siendo precaria si no se refuerza el personal que ha de atenderlos. La Consellería de Sanidade mantuvo también esa posición hasta ahora e incluso en una de las últimas visitas institucionales al hospital para inspeccionar el estado de las obras, en el pasado mes de febrero, reiteraba que preveían contratar enfermeros para reforzar algunas áreas de urgencias como observación cuando se abrieran las nuevas instalaciones. Esta intención no se mencionó sin embargo en la visita con sabor a inauguración celebrada este lunes pasado por Feijóo, la conselleira y el alcalde. La junta de personal del Hospital de A Coruña mantiene que no va a haber contratación adicional alguna, con lo que vaticina que los colapsos continuarán. En el debate de LA OPINIÓN de este domingo, médicos y enfermeros argumentan con detalle sus dudas y ponen el énfasis en el dato de que en las nuevas Urgencias el número de enfermos críticos a atender por profesional sube de dos a tres.

Es evidente que unas nuevas instalaciones mejorarán notablemente las condiciones de los usuarios al desterrar el indigno escenario de enfermos encamados por los pasillos por falta de espacio. Pero también lo es que la crónica saturación del servicio difícilmente va a cambiar con el mismo cuadro profesional que se ve cotidianamente desbordado. Una cosa es el continente y otra el contenido. La inauguración de una renovada área hospitalaria, además de un bienvenido avance en las dotaciones sanitarias de A Coruña, es también una oportunidad de oro para analizar la idoneidad del modelo de Urgencias, principal escaparate para medir la eficiencia de un sistema de salud. Y quizás esa oportunidad no se ha apurado adecuadamente. Es un hecho constatado que el colapso de Urgencias se debe en buena medida a un mal uso de este sensible servicio, tanto por la administración como en algunos casos por los usuarios. De ahí que estos mismos días el presidente de la Organización Médica Colegial de España haya alertado de que hasta el 40% de las visitas a Urgencias son por procesos "banales", con la ineficaz consecuencia de que los que realmente necesitan hacer un uso urgente de las instalaciones se ven obstaculizados por una marea de pacientes que no deberían haber pasado del escalón de la atención primaria.

Este es el verdadero problema que atasca el servicio. Las Urgencias se colapsan porque la atención primaria no cumple su función de filtro y se ve obligada a derivar al hospital una multitud de pacientes que no precisan de lo que es o debería ser estrictamente una atención hospitalaria urgente. Esto es así, en buena medida, porque carece de unos servicios básicos como radiografías para problemas traumáticos como torceduras, esguinces o caídas, que derive al hospital solo los casos graves, así como turnos de tarde en periodos previsibles de colapso como la temporada gripal. La atención primaria se está llevando la peor parte de los recortes presupuestarios, con el argumento de que es el eslabón menos prioritario, pero al restársele su capacidad de filtro ante lo que es o no urgencia, se ha devaluado la eficacia de la atención hospitalaria.

Existe también un mal uso de las urgencias hospitalarias por muchos usuarios, que en algún caso pretenden adelantar una prueba diagnóstica sin pasar antes por el centro de salud, sabiendo que por el procedimiento ordinario tarda más el acceso al especialista. Los profesionales sanitarios razonan que la instalación de servicios básicos de pruebas como Rayos X en centros de atención primaria multiplicaría la eficiencia del servicio de urgencias. No se entiende que se escatimen gastos razonables en apuntalar un aspecto tan fundamental del sistema sanitario, al tiempo que se anuncia, por ejemplo, que se va a licitar por casi dos millones de euros un servicio web que alerte de los colapsos, en lugar de destinar dinero a evitarlos.

Las nuevas instalaciones del hospital coruñés, que suponen un importante esfuerzo de inversión, deben servir para marcar un antes y un después en la pesadilla que ha venido suponiendo últimamente para los coruñeses la necesidad de acudir al servicio de Urgencias. Y esto supone no solo decidir si es necesario reforzar el personal para evitar el colapso, sino también debatir y detectar con los profesionales las grietas del actual modelo para hacerlo más eficiente. Eso permitirá aprovechar plenamente las oportunidades que brindan las nuevas instalaciones para erradicar de la vida cotidiana de los coruñeses el calvario que supone tener que acudir al hospital por una urgencia.