Pocas horas después de que Juan Manuel Urgoiti formalizara su renuncia como presidente, Pescanova superaba la prueba de fuego del concurso de acreedores. El juzgado de lo Mercantil de Pontevedra aprobó el convenio en los términos en que lo planteó la banca, que es la que ahora tiene la sartén por el mango. Puede decirse que desde este momento se abre una nueva etapa para la segunda gran multinacional gallega, con muchas incógnitas por resolver tras el alivio que supone haber evitado la liquidación, que era el mal mayor.

Tiene algo de paradójico que sean los bancos quienes acaben forzando la salida de uno de los suyos, como es Urgoiti. Al expresidente del Gallego, entidad que necesitó un rescate de más de mil millones y fue vendida al Sabadell por un euro, lo ficharon los catalanes de Damm y sus compañeros de viaje para que ejecutara la operación que les permitiría hacerse de saldo con el control de Pescanova. A punto estuvieron de salirse con la suya, pero los principales acreedores financieros no tragaron, plantaron cara y decidieron asumir la gestión, con todas sus consecuencias.

Urgoiti, que no tenía en realidad poder ejecutivo por estar la sociedad bajo control judicial, hizo el papel de presidente transitorio en plan hombre bueno, eso sí, priorizando siempre los intereses de sus "patrocinadores", o sea, barriendo para casa. Por eso no le quedaba otra que irse. Y se va antes de que se lo pidan. Nada de portazo. Hace el mutis con la elegancia propia de sus modales y con una carta personal de agradecimiento a la plantilla a la que, con toda razón, atribuye el mérito último de ese auténtico milagro que supuso salvar Pescanova, algo en lo que casi nadie creía hace apenas un par de meses.

Ahora hay que esperar unas cuantas semanas a la celebración de una próxima junta general de accionistas para que se nombre un nuevo consejo de administración, este ya con pleno poder ejecutivo, una vez superada la antigua suspensión de pagos. De ahí saldrá el sustituto efectivo de Urgoiti. Por ahora el favorito es un hombre del Banco Popular, Jacobo González-Robatto, quien, según parece, ya habría aceptado el encargo del pool bancario, si bien no accederá a la presidencia hasta que se constituya formalmente la Nueva Pescanova.

Quien ya está disponible para hacerse cargo de la gestión de la compañía con todas las de la ley es el hasta ahora administrador concursal, Senén Touza. Con la resolución que da por cerrado el concurso, cesa en las funciones que le encargó el juzgado. Nada le impide convertirse en el consejero delegado, si se materializa, como se da por seguro, la oferta de los nuevos dueños de la pesquera de Chapela, a los que conquistó con la profesionalidad y la exquisita neutralidad con que manejó la crisis. Aunque se abra un proceso de selección, para guardar las formas, y el interesado no haya recibido aún una oferta formal, que el elegido no fuese Touza sería una enorme sorpresa dentro y fuera de la casa.

Son muchas miles de familias las que empiezan a respirar con cierta tranquilidad: plantilla, proveedores, etc. Lo peor pasó. Ahora toca resetear el proyecto empresarial impulsado por la familia Fernández, pero sin ellos. Porque no todo fue mal, aunque la cosa acabara como el rosario de la aurora, de la saga fundadora quedan en el ADN de Pescanova algunos rasgos que sería bueno preservar, como el espíritu innovador y un compromiso permanente con Galicia que nunca entró en contradicción con el afán expansivo que la llevó a ser la compañía gallega pionera en expandirse por varios continentes. De hecho, llegó ser la reina de casi todos los mares.