La extrapolación de los resultados de unas elecciones a otras es siempre un ejercicio arriesgado, por mucha prudencia que se ponga en el intento, especialmente si una de ellas son las Europeas. Pero es innegable que los resultados siempre muestran tendencias, en ocasiones de manera muy clara. Y en el caso del área metropolitana de A Coruña la tendencia marcada por el 25-M configura un nuevo y complejo mapa político.

La conclusión más clara, en sintonía con lo acaecido en el resto de Galicia y en España, es que los dos partidos mayoritarios, PP y PSOE, cosechan una contundente pérdida de confianza del electorado, con un voto que, en el caso del Ayuntamiento coruñés, cae casi a la mitad en ambas formaciones con respecto a los comicios europeos de 2009. Del 44,5% al 26,7%, en el caso de los populares. Y del 39% al 21,9%, en el de los socialistas.

Esta sangría del bipartidismo dominante se configura en un nuevo mapa en el que irrumpe, sobre todo, el fenómeno Podemos, que de la noche a la mañana se sitúa como tercera fuerza más votada por detrás de PP y PSOE. De un panorama con solo tres formaciones políticas con presencia en María Pita hasta 2011, PP, PSOE y BNG, se pasaría en 2015 a otro con el doble de formaciones. PP, PSOE, Podemos, AGE, BNG y hasta UPyD, por este orden, obtendrían concejales en A Coruña en las elecciones locales de mayo de 2015 si extrapolamos los resultados del pasado domingo.

Obviamente, la participación, la marcha de la economía, la designación de un nuevo líder en el PSOE y otros muchos factores nacionales, regionales y sobre todo locales condicionarán el resultado. Pero no hay que desdeñar, y los políticos son los primeros que no lo hacen, que los comicios europeos de 2009 anticiparon en A Coruña el cambio de ciclo político registrado en las municipales de 2011. Las europeas de hace cinco años, extrapoladas a las municipales, otorgaban 13 concejales al PP, es decir, anunciaba que rozaba una mayoría absoluta que efectivamente consiguió dos años después. La abstención de los coruñeses en las europeas de hace cinco años fue del 54,5%, mayor que la del 52,8% registrada el pasado domingo.

La nueva radiografía política de la ciudad que dibuja el 25-M apunta en esta ocasión a la pérdida de la mayoría absoluta que detenta en este momento el PP. Queda mucho para entonces y son muchos los peros a poner, como ya hemos dicho. De hecho lo único cierto es que la marea azul que irrumpió con Negreira en las elecciones municipales y generales de 2011, que ya había perdido fuerza en las autonómicas de 2012, confirmó el pasado domingo una tendencia a la baja todavía mayor.

Así, el PP bajaría de 14 a 9 concejales, justo una tercera parte de la corporación. El PSOE se quedaría con 7, uno menos todavía que en 2011, cuando obtuvo los peores resultados de su historia en A Coruña. Las europeas de 2009 pronosticaban 12 concejales para los socialistas en 2011, pero la crisis y la caída de popularidad de Zapatero castigaron aún más al PSOE, que bajó hasta 8 concejales, su peor resultado hasta ahora en A Coruña. Podemos se estrenaría en la corporación coruñesa con 4 ediles, lo mismos que AGE, que ganaría 3. El BNG bajaría de 4 a 2 y UPyD obtendría por primera vez un representante en María Pita. Los nacionalistas, que bajaron ya de 6 concejales a 4 en 2011, por el desgaste del bipartito, siguen perdiendo votos que absorben la irrupción de Podemos y el crecimiento de AGE.

Este nuevo escenario supondría un giro a la izquierda del electorado coruñés, si bien muy fragmentado en cuatro opciones partidarias, un horizonte que complica sobremanera el liderazgo socialista en esta franja social. De mantenerse en las municipales la misma tendencia de voto, Podemos, AGE y BNG juntos obtendrían más concejales que los socialistas. Una situación que nunca se dio hasta ahora en A Coruña. También al PP le salieron nuevos competidores en el granero electoral conservador. C's y Vox cosecharon en el ayuntamiento coruñés en estos pasados comicios 4.300 votos que más que probablemente se restaron a los populares.

La situación es muy similar en el área metropolitana. El PP es el más votado en la comarca, salvo en Culleredo, único reducto del PSOE, si bien ambos partidos mayoritarios pierden un notable número de votos. AGE y Podemos logran ser la tercera o cuarta fuerza en los ayuntamientos de la Gran Coruña y desplazan al BNG.

Los especialistas en estadística suelen decir que a los números se les puede hacer decir cualquier cosa. Y en la marea de datos de unas elecciones siempre hay alguno al que aferrarse a modo de tabla de salvación. Es el método al que han recurrido en A Coruña los portavoces de los dos grandes partidos mayoritarios para quitar hierro a un resultado electoral adverso.

El PP se aferra en su análisis al pírrico consuelo de seguir siendo la fuerza más votada en A Coruña, pese a que la dimensión de su caída pueda arrebatarle el gobierno local que ahora detenta. Y el PSOE se consuela al centrarse en una posible pérdida de la mayoría absoluta por los populares, sin mencionar que se encuentra en la frontera de pasar a ser un protagonista secundario en el mapa de la izquierda en A Coruña. En cualquier caso, ninguno ha valorado en profundidad las razones de una más que notable pérdida de confianza del electorado.

El análisis de los resultados electorales revela además que la caída del PP y PSOE fue más pronunciada en Galicia en las ciudades con casos de corrupción. Los populares acusan el mayor recorte de apoyos en las urnas en Santiago y A Coruña, donde suman ocho concejales imputados, mientras que los socialistas registran su peor dato en Ourense, epicentro de la operación Pokemon para el PSOE.

Insistimos en que lo relevante son las tendencias, no las extrapolaciones. Y las conclusiones a extraer de tales tendencias. Y si alguna está clara en esta ocasión, es la del hartazgo de los votantes ante unos partidos insensibles ante su demanda de cambio y regeneración. Los electores quieren nuevas políticas y nuevos modos de hacer política. Ese es el mensaje que le han lanzado a unos partidos que perciben apoltronados e insensibles ante los descomunales retos que afronta la sociedad. De cómo reaccionen ante esta advertencia, y no de las extrapolaciones, dependerá en verdad el resultado de la cita con las urnas dentro de un año.