Poco podía imaginar el barullo que iba a formarse cuando comenté aquí, a finales de abril, algo que se imponía para compartir gastos de oficinas, coches, apartamentos, etc. Opiné que era una buena forma de lograr un consumo más eficiente y sostenible. No cité ninguna organización (Blablacar era una de ellas) de las ya entonces existentes, pero la reciente manifestación de bastantes taxistas europeos ha lanzado al estrellato también a la firma Uber por ser una que concierta transporte particular alternativo mediante móviles. De acuerdo en que esas empresas habrán de cotizar como cualquier otro negocio y sus conductores disponer de las licencias oportunas, pero no veo que se deba prohibir esta nueva forma de servicio. Aunque muchos se oponen, la UE ha dado el visto bueno a estas mediaciones que muchos particulares vemos convenientes y oportunas por rapidez y precios. Más que castigar al público con huelgas perjudiciales, los taxistas han de subirse a la ola de las nuevas tecnologías al igual que admiten ya muchos el pago con tarjeta del recorrido hecho. ¿Qué hubiera sido de Telefónica, en este país, si se hubiese aferrado al teléfono fijo y no se hubiese subido al carro de los móviles? Su perdición