Eché mano de la calculadora y convertí los 150 millones de dólares -hice la media entre los 130 a 180- que cuesta cada F-22, el Raptor último caza indetectable de los EEUU que está actuando contra objetivos del autoproclamado Estado Islámico, y me salió redondeando la cifra de 119,8 millones de euros. Para escenificar mi argumentación, continué el ejercicio matemático sumando las principales inversiones, que realizará el Ministerio de Fomento a lo largo de 2015 en nuestra ciudad, y que se detallaron en la pág. 3 de este diario del pasado 1 de octubre, y obtengo que con poco más de medio avión se solventarían los 56 millones de euros que se invertirán en La Coruña. Y sin embargo, mi opinión no va en contra de los necesarios gastos para la defensa del país, sino contra la sofisticación que llevan esos carísimos aparatos que no siempre los hacen tan furtivos como anuncian porque, casualidades de la vida, el único avión aliado derribado por los serbios en la guerra de Kosovo fue el también indetectable F-117 Nighthawk, que ha pasado ya a la historia y a la reserva con esta infumable nota.