Esta semana se han enterado los de Podemos de que lo de la financiación de los partidos es un camino empedrado de malas tentaciones en las que caen los más puros y por cuyos recovecos la Agencia Tributaria se maneja en silencio y con radar mejor que nadie. No se va por ello Podemos al garete, simplemente se demuestra que no sólo los de la casta son débiles. Con todo, nada de comparaciones interesadas porque Blesa, Bárcenas, la banda de Valencia o de Andalucía y el clan Pujol son de otra dimensión.

También habrán tomado nota estos días Iglesias y los suyos de lo que es factible en la UE y de lo que es manifiestamente imposible en tan privilegiado club. Lo de torcer el brazo a la troika y a los países acreedores, España entre ellos, no lo decide Tsipras en nombre del 36% de los electores griegos, 2.250.000 concretamente, porque los electores europeos que respaldan a sus gobiernos son muchísimos más. La UE es el exitoso producto de sesenta años de inteligencia, trabajo, disciplina, reglas, negociación y compromisos a varias bandas, cada vez más, y no puede ser que un recién llegado ponga el invento del revés. Simplemente no es posible y los dirigentes de Podemos deberían decírselo a sus seguidores como Tsipras se lo dirá a los suyos, salvo que se marche.

De una tercera cosa se habrán apercibido los estrategas de Podemos esta semana, a saber, de lo difícil que es apropiarse de algo que no tienen y que resulta imprescindible para competir electoralmente con posibilidades, una organización con sus cuadros, sus locales, sus relaciones y sus finanzas. Puede que acaben consiguiendo quedarse con la vida y la hacienda de IU, pero no va ser fácil ni es para muchos de la izquierda una operación edificante tal y como se está intentando. Que un partido consiga en buena lid electoral atraer el voto tradicional de otro es inobjetable, pero deshacerlo desde dentro con prácticas tramposas y desleales con IU, su dirección, su militancia y sus votantes es, cuando menos propio de lo peor de la casta.

Y en fin, de una cuarta cosa nos hemos enterado todos, por si alguno tenía dudas. La dirección de Podemos y los representantes que vamos conociendo en toda España tienen denominación de origen. Vienen del PCE, de IU y de distintas organizaciones de más a la izquierda. Ninguna crítica en lo que digo, estaría bueno, pero conviene subrayarlo para, cuando menos, dejar en evidencia esa tontería o falsedad que esos mismos dirigentes, Isabel Faraldo lo acaba de decir en Coruña, propagan como si anunciaran la buena nueva: ¡en Podemos caben todos, de izquierdas y de derechas!

Cuando un sondeo coloca de segundo a un partido, aunque sólo sea en el minuto en que se contesta a la pregunta, es un deber democrático de ese partido explicarle y aclararle las cosas a la gente, quiénes son los que mandan, qué cosas van a cambiar y cómo, las cosas del dinero y otras cuantas. Según lo vayan sabiendo algunos de los que vieron en Podemos al único capaz de dar una patada en el culo de la casta y sólo eso, acaso empiecen a pensar que lo de la patada tiene su gracia y su mérito, pero no es como para concederles que gobiernen un ayuntamiento, una comunidad autónoma o un país durante cuatro años. Para un desahogo vale, pero nada más.