Los cien días de la Marea Atlántica y sus afines no han recibido el asenso general de la opinión pública gallega. El balance no ofrece datos llamativos, solo "emociones" efímeras justificativas de gestiones de futuro incierto. La realidad municipal no ha logrado superar la agudeza del lector medio. El alcalde de La Coruña parece inserto en una especie de alferecía, que va de la arrogancia a la indolencia. Debiera hacer acopio de su experiencia como docente universitario en la que tuvo que haber contraído el hábito de aceptar o rechazar ideas, nunca la exclusión del diálogo con el rival político. El alcalde es la marca de la ciudad a la que representa, no solo a la facción política que encabeza. Ha de tener dominio de las técnicas de relación social, vestir el cargo con propiedad, porque en la praxis, también política, "te tratan como te ven". La oposición, como era de esperar, no ayuda. El socialismo local, como el nacional, han quedado muertos de éxito. Sus líderes gallegos están superados, pendientes de la Justicia o amortizados. El nacional, mirándose en el azogue de la vulgaridad. Promete llevar el Senado a Barcelona; sigue la ruta de Pinochet, que trasladó el parlamento chileno a Valparaíso. El único espacio de claridad que le queda al socialismo gallego es dar paso a los jóvenes. Mientras siga haciéndole la ola a la Marea, su porvenir camina hacia la integración en el círculo podemita. El PP, causante de la actualidad municipal coruñesa, sigue en estado de shock, pese a contar con 'menú' para servir. Su líder continúa de muletón del titular de la Xunta, sin plantearse la cuestión de la virtud y el deber.

Otrosidigo

Don Xulio nos anuncia que iniciará el próximo mes el cambio de nombres en el nomenclátor callejero, de acuerdo con la Ley de la Memoria Histórica. Como curiosidad y, en aras del conocimiento más riguroso, le sugerimos que solicite el artículo Pedagogía y Ley de la Memoria Histórica, publicado en LA OPINIÓN (08-07-2010), de J.J. Sánchez Arévalo, estudioso de la Guerra Civil, y con el señor Monge, exmiembro de la Comisión de Expertos para la aplicación de la ley en el ayuntamiento de La Coruña, en el que recoge las arbitrariedades, también históricas, registradas en nombre de la "voluntad popular", esgrimida por un activista que se abroga la representación del vecindario y de una ignota ONG, que él mismo encabeza.