Bob Dylan: compositor, músico, cantante y poeta, al que la Real Academia Sueca de las Ciencias ha concedido, recientemente, el Nobel de Literatura. El premiado ha manifestado, por activa y por pasiva, que no irá a Estocolmo a recoger el citado galardón, concedido por haber introducido un nuevo lenguaje artístico en la letra y música de su época de cantautor, lo cual está reconocido por los Beatles, Rollings, Springstean y otros. Evidentemente, no es el primero que no acude a recoger tal premio. Entre otros podemos citar a Alexander Solzhenitsin (a quien no se lo permitió el gobierno ruso); tampoco fue Juan Ramón Jiménez (debido al fallecimiento de su esposa). Como en la vida, nada es igual. Todo va en función de la interpretación de cada cual y, en relación con este tema, hemos visto, escuchado y leído, opiniones para todos los gustos; algunas tan peregrinas y fuera de contexto como comparar el proceder del músico con la de Jean Paul Sartre que, conociendo de antemano que estaba entre los favoritos al Nobel de Literatura que le fue otorgado en 1964, envió previamente una carta a la Academia Sueca negándose a aceptar tal nominación y, una vez concedido el premio, renunció al mismo y al montante económico correspondiente. Consecuentemente, ningún parecido tiene la actitud del cantante con la de Sartre, escritor, novelista, dramaturgo, filósofo, activista político (fiel exponente del existencialismo y autor de una extensa obra literaria-política-filosófica, destacando y siendo una de las bases de la renovación ideológica de muchas generaciones. Citamos, quizá, las más conocidas: El ser y la nada, Los caminos de la libertad, La Náusea...). ¿Cómo se puede llegar a comparar la coherencia y posición del gran literato y filósofo francés, con la incoherencia, nepotismo barato, inmadurez y soberbia de un cantante, en relación a las posturas adoptadas a la concesión del Nobel citado? ¿Dónde está la ética que debe presidir la percepción de tal reconocimiento, como la que citamos? Dylan, ni ha renunciado ni renuncia a nada, solamente demuestra su mala educación. No vamos a criticar su faceta de letrista, compositor, cantautor y guitarrista. No obstante, los hay mejores, como músicos, cantantes y, no hablemos de literatos, poetas o filósofos. Pero sobre todo, hay una cuestión que cualquiera puede percibir a primera vista: Dylan, al contrario que Sartre, no ha renunciado ni previa ni posteriormente a la cantidad en metálico (un millón de dólares ) ni al título de Nobel. Las comparaciones suelen resultar odiosas y poco o nada veraces. Así que, por favor, no me comparen a Dylan con Sartre. Éste era, con todos sus defectos, un extraordinario pensador y escritor, y el otro... pues eso... Aún siendo el primer cantautor a quien se le reconoce nada menos que un Nobel de Literatura, no considera el nombramiento lo suficiente como para acudir a recogerlo, o, al menos, las razones que ha expuesto al público, no son entendibles.