Si pierdes tu pelo es muy normal los árboles pierden sus hojas también

tú no te preocupes por tal estupidez pero si de ello te quieres curar

Ponte peluca, ponte la peluca ya

Orquesta Mondragón (1980)

No sé si cuando Gurruchaga cantaba este estribillo en 1980 se acordaba de alguien, es probable que sólo hiciese referencia al paso del tiempo y las formas de disimularlo. Seguramente el camuflaje de don Santiago -ya no le pueden llamar zombi- fue el más inocente de la España contemporánea, lucía aquella horrible peluca que le proporcionara Teodulfo Lagunero para cruzar la frontera en 1976, forzar la legalización del PCE, convocar una rueda de prensa en Madrid el 10 de diciembre y provocar su detención el 22 por Rodolfo Martín Villa. Un desencuentro pactado para entrar en España, recuperar la normalidad política, partidos, sindicatos, elecciones, reuniones, manifestaciones para sacar a los presos de las cárceles, que no estaban allí de electorales vacaciones con garantía letrada, sin tortura. Es decir, acciones todas muy cívicas y pacíficas que no son patrimonio de las derechas que estos días se arrebujan en todas las banderas; afortunadamente sin acompañar féretros de abogados, de obreros alaveses ni de estudiantes cazados a tiro limpio.

Sirva esta digresión sin nostalgia para leer con otra perspectiva lo acontecido los últimos días en lo que algunos llaman país; otros, España; otros, estado y otros no lo mentamos, por si las moscas nos infligen más vituperios de los soportables con salud.

Siendo lego de solemnidad en el discurso forense no osaré tratar de poner en tela de juicio las opiniones ni los autos de la magistratura competente en asuntos penales que afectan a nacionalistas catalanes, por mor de sus decisiones. Podría arriesgar a pronunciarme sobre sintagmas redactados por fiscales que rezan sobre lo dura que sería la caída desde supuestas alturas, pero no creo que merezca la pena, ni lo de rezar ni lo de las penas.

Hablando de penas, algunos las disfrutan a todo trapo en los medios, otros agazapados en tierras de chocolate y mejillones, en un artificial país tan garantista como xenófobo. El resto estamos condenados a penas de trabajos forzados para entender las campañas electorales de cara al 21 de diciembre, llenas de puñaladas y traiciones en las que se ven envueltas las derechas catalanas y españolas, mientras que alguna presunta izquierda sigue mirando al dedo y no a la luna. Supongo que hoy ya sabremos qué será de nosotros.

Olvidaba decir que me importa un bledo si el expresidente catalán tiene peluca o se afeita el cráneo "previlegiado"; solo deseo que alguien le explique qué fue la Asamblea de Catalunya, desde la Capuchinada de Sarriá en 1966, la Caída de los 113 en octubre de 1973, hasta las elecciones de 1977.