Estoy convencido de que muchos españoles nos preguntamos cada día que pasa, y así lo venimos haciendo desde hace bastante tiempo, cómo se ha llegado a una situación tan penosa, desagradable y triste como la que se está produciendo entre el Gobierno del Estado español y el de la Generalitat. Llevamos demasiado tiempo sufriendo las amenazas de uno y del otro, como si de dos "vaqueros" del Oeste se tratara. Pretendían transmitirnos a los ciudadanos una sensación de que se trataba de unas ofertas planteadas por unos grandes estadistas que sabían muy bien hasta donde podían llegar con sus pretensiones y que tenían perfectamente controladas las distintas posturas que cualquiera de los dos "inefables políticos", señores Rajoy y Puigdemont, podrían ofrecer. Durante semanas nos estuvieron mareando con los "cubiletes del trilero", hasta que todo parece que va por el camino de coger una senda que nadie vaticinaba que podría ocurrir, al menos en una España del siglo XXl.

Desde muy joven, siempre me preocupó e interesó todo aquello que favoreciera el Movimiento Cooperativo, porque estaba convencido de que siempre que se tratase de convencer al ser humano, que lo mejor para desarrollar una actividad empresarial era mediante la unión, sobre todo, cuando se trataba de algún proyecto que partiese de personas con escasos recursos económicos o insuficientes para poder crear una estructura empresarial que fuese competitiva en un mercado como el actual. "La unión hace la fuerza", solíamos decir, porque así también nos lo enseñaron nuestros ancestros. Por lo que acabo de decir se podrá entender mejor el porqué de mi posición en contra del separatismo, sin dejar de reconocer las particularidades de cada persona, o en el caso que me trae hoy como comentario, de cada territorio y población que integra un Estado.

Son muchos los inconvenientes que se van a derivar de la situación tan penosa como la que estamos pasando la gran mayoría de los españoles, sin llegar a producirse la independencia de Cataluña. En todas estas situaciones tan dramáticas siempre hay y habrá un antes y un después. Si es que ya había unos determinados recelos con los catalanes por parte de un sector de la población del resto de España, ya podemos imaginarnos los que habrá a partir de los últimos acontecimientos.

Sin que se hubiese declarado la independencia, por mucho que lo digan unos o por mucho que se lo crean los otros, ya vemos en el escenarios que nos estamos moviendo. Golpes desproporcionados por las Fuerzas obligadas a mantener el orden público, presos políticos o por hacer política, según unos o los otros, en las cárceles españolas, la Bolsa española que no es capaz de atraer capitales inversores, la prima de riesgo subiendo, la "marca" España en sus peores momentos desde que alguien la creó, el turismo en recesión por tanta intranquilidad, desconfianza y temor por lo que pueda pasar, y unas empresas españolas que se van de Cataluña, pero tenemos que ser conscientes de que si las cosas van a peor, estas empresas también se irán de España y, lo peor no es solo que se vayan las que hay, si no que no vengan aquellas que tenían pensado venir, con toda la creación o destrucción de puestos de trabajo que ello supone.

Señores Rajoy y Puigdemont, me imagino que no querrán pasar ustedes a la historia como los políticos más ineficaces que existieron en España a lo largo de toda su historia, y miren que los hubo ineptos. Dedíquense a poner en práctica el arte de la "política", que les presuponemos que sabrán de lo que estoy hablando. y déjense de jugar con los intereses generales de los españoles de hoy y de las próximas generaciones. Me imagino, que no querrán ser recordados como algunos de los dirigentes actuales de otros países que hacen con sus comportamientos que tengamos el resto de la humanidad el "alma en vilo", como suele decirse, ejemplos de comportamientos que les recomendaría que no siguiesen, son: Sr. Maduro en Venezuela; el Sr. Putin en Rusia; el Sr. Kim Jong-Un en Corea del Norte; Sr. Bashad al Asad en Siria, al Sr. Trump en EEUU; el Sr. Erdogán en Turquía o al Sr Hasán Rouhani en Irán.

Viendo lo que está pasando en los países que acabo de citar, en su mayor parte como consecuencia de sus dirigentes, les pido Señores Puigdemont y Rajoy, que les venga el sentido común, cuenten hasta diez, pónganse de acuerdo para nombrar a unos negociadores (espero que para esto, al menos sean capaces) y normalicen la situación de España antes de marcharse.