A los alcaldes de las "ciudades rebeldes" no les gustan las bandas de música, pese a ser elementos consustanciales de la vida local. En La Coruña y en Santiago, sus responsables lamentan la falta de atención ante la pérdida de personal y la carencia de instrumentos básicos. Para los más críticos, la eliminación y patrimonialización de estos conjuntos parece genérico en las esferas podemitas, más aficionadas al estrépito y a la pancarta o, lo que es más racial, circular con la gaita al hombro alrededor de la empanada. La musicomanía, para los "alcaldes del cambio", es un elemento prescindible. Coincidimos con José Luis Quintela, vecino de estas páginas, que "a nuestra sociedad le falta música". En Santiago, recogemos el comentario del profesor Carlos Pajares y su queja de que solo actúe una vez al año la Orquesta Sinfónica de Galicia, "acogida con entusiasmo por su reconocida calidad", dice. La memoria nos lleva al bipartito BNG-PSG que, siendo conselleira de Cultura Ánxela Bugallo, desapareció el Ballet Gallego y su homóloga municipal coruñesa María José Bravo que tildó de elitista a la Sinfónica. Entre los instrumentos que añoran nuestras bandas están los clarinetes requintos, o sea nos quedamos sin octavas en Santiago. En La Coruña falta personal y prima la patrimonialización radical que ejerce el alcalde. A punto de cumplir 70 años, nuestra Banda Municipal sigue dando bandazos. La música no solo requiere buen oído, sino que calibra a los políticos si están a altura de sí mismos. Por lo observado, a los alcaldes "del cambio" les viene mejor el bombardino.

Otrosí digo

El Instituto José Cornide ha rendido homenaje al profesor y académico Antonio Meijide, ilustre geógrafo e historiador de Galicia y conocedor de cada piedra de La Coruña, cuyas calles recorría cotidianamente como ilustrado paseante. Sencillo, amable, didáctico, su carácter humanista le llevaba a considerar a nuestra ciudad no solo como La Coruña de la Historia con mayúscula, sino también la de la historia privada, la intrahistoria de las vidas minúsculas. Meijide, asiduo de Riazor, su pasión deportiva era el Fabril, equipo en cuya directiva coincidimos más de un lustro. De vivir hoy, Meijide nos indicaría que ha llegado el momento de salir del pretérito; es el tiempo de crecer.