Meditaba Junqueras en Estremera y vio la luz, si la cristiandad tiene dos papas y dos reyes en España, ¿por qué no dos presidentes la república catalana? La propuesta fue acogida por el independentismo con la misma emoción con la que desde hace años se reciben allí las ocurrencias más extravagantes y el personal a su servicio, diputados, periodistas, juristas y académicos, procedieron a sacar punta y derivaciones a la última sandez. Y los desocupados a debatir sobre los efectos jurídicos de la bicefalia, la naturaleza de las relaciones entre presidentes, los siempre delicados asuntos del protocolo y, claro está, sobre quién paga y en qué moneda la fiesta. Más enredos en Cataluña. El penúltimo a cargo de los letrados del parlamento que informan a conveniencia del presidente Torrent. Dicen que el plazo de diez días que Torrent tiene para presentar un candidato está suspendido, que el tiempo no corre y que Torrent es dueño de plazos y propuestas. Y el último a cargo de los de Puigdemont que presentaron el viernes una proposición de ley para permitir la candidatura a distancia del fugado. Dos cosas. Primera, la proposición es contraria a la medida cautelar del TC que prohíbe una candidatura telemática o por sustitución, quedando advertidos por el TC Torrent y demás miembros de la Mesa del parlamento de las responsabilidades, penal incluida, en las que incurren quienes la ignoren. Segunda, en el escrito que a fines de octubre Rajoy dirige al Senado para aplicar el 155, aparecía una medida, D4, según la cual su gobierno debía autorizar cualquier proposición de ley del parlamento catalán, pero el Senado rechazó la medida y por eso ahora pasa lo que pasa. Inconvenientes de un consenso que te deja a medio camino cuando enfrente los independentistas van a por todas, sin miramiento alguno, pagados con dinero público y entre risas.

Sucede, además, que, como nos va la marcha, el enredo se traslada ahora a la política española por obra, gracia y contento de quienes no tienen la, siempre difícil y ahora mucho más, responsabilidad de gobernar este país. Ciudadanos, en lugar de presentar su candidatura a la investidura en Cataluña, escurre el bulto y opta por divertirse a costa de Rajoy y por mover el partido echándose en brazos de Podemos para cambiar la ley electoral, algo urgentísimo hoy, faltaría más. Vamos a ver. Es verdad que, al faltarle los apoyos, Rajoy no presentó su candidatura en el Congreso hace un año pero sus circunstancias eran otras y acabó gobernando. Al renunciar, Arrimadas, cuyo éxito electoral fue magnífico, pierde la ocasión de confirmar su liderazgo defendiendo en sede parlamentaria, como hizo en la campaña, los valores y los intereses que congregan a la mitad de la ciudadanía catalana y de comenzar con firmeza su andadura como jefa de la oposición. No está Rivera por la labor y ve más rentable buscarle las cosquillas a Rajoy a cuenta de temas menores y acercándose a Iglesias en materia tan delicada como la ley electoral en la que importa mucho que los árboles no nos impidan ver el bosque en su totalidad. Y el bosque, lo importante señor Rivera, es que jugar a incrementar la fragmentación parlamentaria con más proporcionalidad es inconveniente en España. Lo importante es contribuir a la formación y a la representación de las grandes mayorías sociales, esas que comparten consensos fundamentales sobre el sistema, en lugar de fomentar la multiplicación de grupos que dificultan la formación de gobiernos estables. Vea el ejemplo de Alemania. Si Ciudadanos merece gobernar, los electores se lo dirán con la actual ley electoral, la misma con la que ganó Arrimadas. La que permitió mayorías absolutas y simples a González, Aznar, Zapatero y Rajoy. No enrede señor Rivera y menos con esos acompañantes.