Todos somos conscientes de que la Sanidad Pública española ha sufrido un enorme recorte desde que comenzó la crisis. No solo los ciudadanos de a pie nos damos cuenta de tal merma de recursos en una actividad tan indispensable para el desarrollo y mantenimiento del tipo de sociedad que nos hemos procurado dar, no tanto para nosotros, que también, sino para el futuro de las nuevas generaciones, que sin duda alguna son merecedoras de una Sanidad Pública, tan buena o mejor, como la que hemos sido capaces de disfrutar los de mi generación.

Los que hemos tenido la oportunidad de tener que pasar unos días por un centro hospitalario, en mi caso, por el Chuac nos percatamos de que existen carencias de personal en todos los niveles, exceso de camas en determinadas áreas sanitarias o demasiados elementos estructurales fuera de servicio o con una reparación demasiado larga para el tipo de deterioro que ha sufrido.

Si bien todo lo anterior es perfectamente visible y reconocido por la mayoría de los ciudadanos usuarios, también hemos podido leer declaraciones de determinados políticos que no se esconden y reconocen abiertamente los defectos o fallos que acabo de relacionar, como una muestra más de que también hay responsables públicos que reconocen las evidencias y viven en la realidad de los hechos, sin engañar o por lo menos no diciendo la realidad de las cosas a los ciudadanos, que al fin y al cabo somos los que sostenemos el sistema sanitario que tenemos.

Una vez dicho todo lo que precede, es de justicia y bien nacido, reconocer la gran labor que viene desarrollando, en general, el personal del Chuac, y muy particularmente el que ejerce su trabajo en el Servicio de Ciruxía Torácica. Me refiero de manera concreta a ellos, porque he podido comprobar su disposición y atención al paciente, por encima de cualquier otro contratiempo. Médicos, enfermeras, auxiliares de enfermería, limpiadoras, celadores, y me atrevería a decir el personal de cocina. En los días que he compartido con ellos horas de mi vida jamás he visto una cara seria, un mal gesto, en ninguno de ellos. Todo lo contrario, siempre caras sonrientes, voluntariedad en todas sus actuaciones para hacer más grata la presencia, el dolor, la soledad y los malos momentos del paciente. Soy consciente de que si no tuvieran vocación en el trabajo que realizan sería imposible semejante comportamiento solidario. Vocación, que estoy seguro que además de poseerla desde su adolescencia, también fue lograda gracias a la buena participación del profesorado que han tenido en sus respectivas áreas del conocimiento. Me he dado cuenta, en esos días de convivencia, que esa vocación del referido personal, tiene que estar mucho más "naturalizada" si se me permite la expresión, que en cualquier otra actividad, ya que comprenden al paciente que llora, y saben de qué manera lo tienen que consolar, no solo a él, sino también al familiar que pase por el trance.

En mi opinión, se trata de un personal, para más detalles en la planta sexta, que el concepto de solidaridad lo llevan al extremo, de que cuando ven un compañero sobrepasado en la carga de trabajo, rápidamente se ofrece otro empleado público para ayudarle, incluso tratándose de personal de distinta categoría o actividad profesional. Durante mi estancia, nunca los he visto mirando el reloj por si era la hora de marcharse y el nuevo turno terminase de hacer un determinado cometido, jamás les oí comentar lo cansado que estaba después de una jornada tan dura y agotadora, ni el más mínimo atisbo de desvanecimiento o cansancio, ni una mala cara o mal gesto, más bien todo lo contrario, simpatía y sonrisa permanente: "El paciente es lo primero".

Realmente la crisis con el personal que disponemos en nuestra Sanidad Pública y concretamente en la planta sexta del Chuac, como diría un castizo: "Ni se ve ni se nota". Ello se lo tenemos que agradecer al esfuerzo y dedicación de todo ese maravilloso personal, del que hemos podido disfrutar aquellas personas que en algún momento de nuestra vida hemos tenido que acudir a un centro sanitario y público, como es el Chuac y su Servicio de Ciruxía Torácica.

Gracias a todos, y seguro que en nombre de muchos pacientes que por ahí han pasado. ¡Qué nunca nos falte!