El alcalde coruñés trata de distanciarse de Podemos aunque mantiene proyectos comunes a las llamadas "ciudades rebeldes", o sea, de los "ayuntamientos para el cambio". En todos los municipios podemitas suelen funcionar calanchines o intermediarios oficiosos o testaferros, constituidos a la medida del regidor de turno. Son, en buena medida, células clientelares, de vibraciones tribales, cuya subsistencia queda para la curiosidad periodística aclarar con qué apoyos cuentan para su inexplotada actividad. Cualquier comisión, apéndice u organismo relativo al quehacer municipal debiera contar con el consenso de las fuerzas políticas representadas en el ayuntamiento y siempre bajo la supervisión de funcionarios profesionales especializados, como pueden ser el conservador municipal o el/la cronista oficial de la ciudad, que hubieran evitado los asaltos al nomenclátor y algunos atentados al buen gusto, en los que lo original no es bueno y lo bueno no es siempre original. En la formación de estos organismos (Memoria Histórica, Defensa do Común, Proyecto Cárcere, etc) aparecen casi siempre los mismos, cuyas formas de actuación se nos antojan poco propicias para activar la política local. Últimamente se observa cierta proclividad a la colaboración de la Universidad, con tintes oportunistas o de compromisos interesados, así como la de algunos personajes diletantes de olor a gardenia y almidón.

Otrosí digo

Hace pocos días visitó A Coruña el señor Garulo, "coordinador" cultural de Harinera de Zaragoza, similar a La Insumisa coruñesa, "dedicada a la cultura comunitaria", de gestión asamblearia, sufragada por el ayuntamiento aragonés. Entre sus objetivos destaca la "capacidad para mirar de otra manera, ver más allá de lo que es evidente" (sic). Nuestros informantes zaragozanos coinciden en señalar que Harinera está vacía de contenido.