La estación depuradora de Bens (EDAR), que sanea las aguas residuales de toda al área metropolitana coruñesa, vuelve a resentirse de sus reiterados achaques, nunca superados del todo desde su inauguración en 2011. La realización de nuevas obras en el complejo depurador coruñés obligará a verter directamente a la costa durante unos cinco días. En principio, el vertido está programado a partir del próximo martes, 19 de junio.

En lugar de transportar el agua que llega a la depuradora desde las redes de saneamiento a través del emisario 800 metros mar adentro y en profundidad, saldrá ya en el litoral por la necesidad de reparar la compuerta de cierre del tubo submarino. La obra está financiada por la Confederación Hidrográfica.

Pese a que el Concello coruñés asegura que el vertido será solamente de agua depurada y que no habrá contaminación por el vertido, se cerrará al baño O Portiño por seguridad. Augas de Galicia ha requerido además a la sociedad que dirige la depuradora que realice una vigilancia especial durante las obras en el resto de la costa que pueda resultar afectada, como es el caso de Suevos, en Arteixo.

Tanto el emisario de la depuradora como la propia estación vienen siendo objeto de continuos trabajos de reparación desde poco tiempo después de la recepción de la obra, que se inauguró en 2011 con más de una década de retraso. Las deficiencias con las que el Ayuntamiento recibió oficialmente las instalaciones se empezaron a hacer evidentes después de entrar los concellos de la comarca en la sociedad pública que gestiona la EDAR, en 2013.

La depuradora coruñesa llegaba ya con un notable retraso: una década más tarde del plazo dado por la Unión Europea para que todos los núcleos de más de 20.000 habitantes depurasen obligatoriamente sus aguas y tras una multa por incumplir la legislación.

A los tres años de su inauguración, un informe técnico hecho público por este periódico revelaba que el emisor de la depuradora tenía fugas. Y no era el único defecto detectado. El informe detallaba que, aunque se había construido de acuerdo al proyecto, tras dos años en funcionamiento ya presentaba otras necesidades de mejoras, como la construcción de un nuevo transformador, cubrir la subestación eléctrica, climatizar las salas de máquinas y ampliar el pozo.

En junio de 2016, los responsables de la EDAR informaban de que el emisario volvía a funcionar después de los arreglos, que la Confederación Hidrográfica Miño-Sil obligó a asumir a la adjudicataria, Dragados, que ya había sobrepasado el presupuesto y el tiempo de ejecución previstos en la primera planificación.

La depuradora tuvo que verter directamente a la costa ya a mediados de 2016. Ante las denuncias de los vecinos y habituales usuarios de la zona, los responsables de la depuradora explicaron que, al igual que ahora, el vertido se debía a reparaciones en el emisario. Ante las denuncias entonces de espuma a la vista de los viandantes y malos olores, aseguraron que el agua salía depurada. Así lo afirman también sobre el vertido que prevén iniciar la semana próxima. Fuentes municipales enfatizan además que no hay peligro para el medio ambiente y que no habrá afección a las playas más concurridas como Riazor y Orzán.

La EDAR tuvo que solicitar permiso para el vertido a Augas de Galicia que, en su respuesta, sugirió que, ante una posible situación de contaminación microbiológica, aplazasen las obras al 30 de septiembre, una vez finalizada la temporada de baño o, que , de no ser así, se tomaran medidas de precaución.

Los responsables de la depuradora decidieron mantener las fechas previstas al insistir su director, Carlos Lamora, en que el agua saldrá depurada y que el servicio público que ofrece la depuradora debe prevalecer sobre las actividades de ocio. Fuentes municipales añaden que se escogió junio porque es, a priori, una de las épocas del año en las que entra menos agua en la planta.

La sociedad se compromete a avisar a los concellos de A Coruña y Arteixo, cerrar al baño la playa de O Portiño con carteles e intensificar la vigilancia del resto de las zonas de baño próximas al punto de vertido, como Suevos. La previsión de la EDAR es realizar también análisis por si el vertido causase presencia de bacterias propias de las aguas fecales. Deberá avisar también Dirección Xeral de Saúde Pública, responsable del control de las aguas de baño en Galicia.

Los informes técnicos y las incesantes obras de mejora desde 2011 indican que la depuradora se entregó con problemas de serie. En el último informe, conocido el año pasado, se alertaba de que, por culpa de la elevada infiltración de agua marina, probablemente en la red de saneamiento, no se estaba sometiendo a tratamiento biológico todo el caudal para el que fue diseñada la estación depuradora.

Es el último capítulo en la detección de carencias en la depuradora, que costó casi 130 millones, casi 40 millones por encima del presupuesto, financiado en un 15% por la Xunta y en un 85% por el Ministerio de Medio Ambiente a través de fondos europeos. La construcción ya fue en sí una odisea, retrasada una y otra vez desde que en 1996 se declarase de interés general la renovación de las antiguas instalaciones de Bens, tan obsoletas que se podía ver una gran mancha marrón de las fecales sin depurar en la costa en las imágenes por satélite de la zona.

Las obras de la depuradora no se adjudicaron hasta 2004, en pleno relevo ministerial del Gobierno Aznar al Gobierno Zapatero. El plazo de construcción era de cuatro años, pero tras sucesivos aplazamientos, no comenzaría a funcionar en pruebas hasta 2010 y no se inauguró hasta 2011, justo antes de las elecciones municipales que le darían la Alcaldía al popular Carlos Negreira.

En la interminable odisea de reparaciones de la depuradora del área coruñesa no jugó un papel menor la prisa por la inauguración electoral. Es un episodio repetido en la ciudad en las últimas legislaturas, en las que se apostó por inauguraciones de relumbrón cuyas obras llegaban con el tiempo justo a la cita con las urnas. Ocurrió también con el enlosado de la Marina, que hubo que recomponer tras las elecciones, o el túnel de O Parrote, con continuos cierres e inundaciones.