Volvemos a las andadas parlamentarias con el debate de la eutanasia, de la muerte digna, de los cuidados paliativos y sedativos, de la objeción de conciencia de los médicos, del comercio del chute final por internet, de los viajes a Centroeuropa para poder conseguir lo que deseas.

Entiendo que el derecho y la medicina me cuiden mientras yo quiera, son dos miradas que hay que tener en cuenta; pero sin que sus titulares se eleven al pedestal del orgullo, si ambas instituciones quieren velar por mi bienestar, mi deseo de vivir o de no vivir, pueden preguntármelo o puedo dejarlo claramente escrito; si no es así, no tienen ningún derecho a inmiscuirse en mi desenlace. A fin de cuentas, siempre ha sido fácil, siempre ha existido el derecho a colgarse de la viga o a tirarse a la vía del tren y ahí los jueces y los médicos a lo único que han tenido derecho es a certificar que se ha encontrado un cadáver.

Además no hay que recurrir a eutanasias tan violentas ni tan drásticas, hay quien se la va haciendo poco a poco, hasta que cualquier víscera le revienta, ¿es o no es eutanasia? Por supuesto que el que ha elegido ese camino sabe lo que le espera tras una larga tortura, inútil a todas luces.

A ver si de una vez nos aclaramos, vida digna es la que todos intentamos conseguir y muerte digna es a la que tenemos derecho. La primera podemos alcanzarla o no; la segunda está en nuestra mano, nos ampare el derecho, nos ayude la medicina o tengamos que buscarnos la salida por cualquier otro medio. Por favor, legisladores y legisladoras ténganlo en cuenta, no se pueden poner puertas al campo; pueden salvar sus conciencias torturándome, ¿para qué?

Hasta ahora ven que solo he hablado de juristas y médicos, porque no consiento que ningún clérigo, de ninguna secta, gobierne mi vida ni mi muerte. Los que estén apuntados a cada una de ellas que apanden con las consecuencias; en esta sociedad occidental, culta y civilizada tienen información suficiente para hacer con su cuerpo lo que quieran.

Cabal es que la eutanasia exija una legislación bien pensada, pero Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Suiza ya ofrecen abundante práctica y por supuesto la experiencia de muchos años y allí han acudido miles de personas con posibles para hacerlo. ¿Cuándo podremos morirnos cómo y cuándo nos dé la gana? ¿Prefieren los defensores de la libertad del PP y Ciudadanos que el corte de las venas o saltar desde un puente sea la solución? Por lo visto sí, parece que la eutanasia de los inmigrantes sirios y subsaharianos es lo que les mola, que se vayan ahogando de cien en cien, poco a poco, en esos trasatlánticos de plexiglas con motor de juja en los que se echan al mar sin intención, pero con certeza de riesgo de eutanasia.