Siento muchísimo ponerme en plan catastrofista, pero es que hay días en que te brota el pesimismo ante el aluvión de noticias negativas que te llegan. Ayer y hoy han sido jornadas vomitivas, así las juzgo en mi modesta opinión, para el futuro de Galicia. Lo decisivo es el problema demográfico: cada vez hay menos gallegos, cada vez mueren muchas más personas de las que nacen, y así llevamos años y años sufriendo y denunciando esta situación, comprobando cómo bajan las cifras de población, y sabiendo que lo perdido es irrecuperable. Y con la falta de natalidad, el bajón también de escuelas, porque la Xunta cierra unidades escolares por tener menos de seis alumnos, cosa que a la larga repercutirá a la educación, sobre todo en el rural de las exiguas generaciones que nos sustituirán. Y eso por no hablar de la reducción de universitarios, que también se acusa. ¿Y qué quedará de la Galicia volcada en la mar? Sabemos que cada vez hay menos marineros, que se huye de la dureza del faenar en los caladeros, y nos enteramos que la flota gallega se redujo en medio millar en diez años. Permitan este desahogo; ¿a dónde vas Galicia?