Iniciamos un nuevo mes en el que se mezclan la memoria y el deseo, en el que las vacaciones evidencian que el tiempo libre es un producto de consumo; es el mes, agosto, en el que La Coruña se prueba a vivir otra vida. Para los que llegan, es "área de descanso nacional", donde el paletismo continúa siendo un encanto romántico. Pero tampoco faltan los "guiris" que se recauchutan con nuestra cerveza como "jaliscos" mientras sus donas esparcen sus lorzas en la playa sobre las inmensas toallas portuguesas. Estamos en fiestas y, como siempre, la postmodernidad, al despegarse de lo tradicional, confía a la farándula su función pregonera. Se ve que el calor de las antiguas certidumbres, puede reemplazarse por el aire acondicionado. No es fácil el oficio de pregonero; aquí ha de ser contumaz en la lucha para que su intervención desde el Palacio Municipal se escuche. María Barranco, que hace años actuó en Santiago, pidió una silla para leer su largo pregón "por haber escuchado un discurso de Valdano". El chupinazo en Pamplona y don Celedón en Vitoria, han liberado a sus alcaldes de ejercer de pregoneros. A nuestros regidores no les puede la oratoria. Francisco Vázquez recurría a la facundia; Losada no conseguía evitar que el splin se convirtiera en dolencia crónica y Negreira no es Demóstenes. En esta época, los periódicos se hacen eco de festejos aledaños y de artículos "refrescantes". Llamados así porque sus protagonistas, a la intemperie, exhiben su verdadero ego, sin alcanzar el nivel de "pijerío" de Marbella o Sotogrande, donde los personajes son más conocidos por las vicisitudes de su vida privada que por su aportación al acervo ibérico. En el atractivo galimatías gastronómico que La Coruña ofrece, la "vogue" municipal guarda con celo a la Banda Municipal de cualquier festivo-religioso-popular que se celebre. En los Cantones, nos ilustran con las viñetas del cómic, con sus imágenes transfronterizas, que nos alejan del radicalismo forzoso. Casas Novas nos brindó sus festival hípico internacional, confirmándonos que lo que sitúa a Galicia en el Atlas es Zara, símbolo valorado mundialmente y reflejo del buen gusto de nuestra época.

Otrosidigo

En agosto los coruñeses nos festejamos a nosotros mismos y, también, a quienes se acercan a participar de nuestro modo de vivir abierto, flexible amigo de los conceptos nuevos, en los que prevalece un ámbito humanista.