Está claro que las palabras de López Obrador, actual presidente de Mexico, ha levantado opiniones diversas. Toda conquista ha llevado consigo muerte y destrucción de inocentes y la autocrítica siempre es un ejercicio de madurez en su justa medida sin caer en un masoquismo que suena a hipocresía o ignorancia. Es lógico, pero el debate es saber quién tendrá la razón. Una de las razones más contundentes para el no pedir perdón, es que Hernán Cortés utilizó hábilmente a otros pueblos indígenas subyugados por el imperio azteca que actuaba como el dominador y no precisamente pacífico. Otra de las razones que yo considero más contundente es que toda la Historia de los pueblos debería pedir perdón. Los romanos por invadir toda Europa, norte de Africa y parte de Asia. Los godos, suevos y alanos por destruir el imperio romano, los hunos y otras tribus mongoles por entrar y quemar Roma, los ingleses por tener a la India subyugada y no precisamente vendiendo flores, sin comentar la práctica desaparición de los nativos de América del norte porque los calvinistas predicaban que la tierra estaba para ser conquistada y labrada. Y hasta se debería pedir perdón por hechos que se han ocultado en nuestros colegios como el que Carlos V sitió y entró a cuchillo y fuego en el Vaticano. Toda la historia de la humanidad está plagada de invasiones, matanzas casi siempre con el denominador común de la conquista, la imposición de la ley del más fuerte, el poder que lleva implícito la destrucción física o psíquica del adversario. Por tanto los humanos deberíamos pedir perdón por no amarnos los unos a los otros pero ya no seríamos humanos seríamos ángeles y la tierra sería el cielo, es decir otro mundo irreal.