Juegan llenando titulares y noticiarios con abrazos y enfados, con simplezas que sus partidarios toman por agudas reflexiones. Juegan a hombres de Estado discutiendo sobre alternativas y propuestas de gran trascendencia pero no hay que dejarse confundir. Han pasado tres meses desde las elecciones porque Sánchez, 123 escaños, por la opacidad y confusión de sus objetivos de gobierno encuentra dificultades con todos los grupos para granjearse los apoyos que necesita. Solo Revilla le ha vendido ya el voto a buen precio. Es su permanente veleidad política y la reducción de sus propósitos a uno solo, la permanencia en Moncloa a toda costa, lo que dificulta su investidura. No puede contentar, engañar, a todos. Pretende Sánchez que el PP y C's se abstengan, porque sí y como si su presidencia fuese una necesidad para España, apelando a una responsabilidad y altura de miras de las que él carece. Sería un fraude para los votantes de Casado y Rivera que accedieran a la pretensión de Sánchez. Sánchez sigue siendo el del no es no rotundo y sectario al PP y el de la moción de censura. Basta con eso para entender a Casado, pero, además, Sánchez no le ofrece ningún objetivo que pueda compartir desde la oposición. Casado lleva razón. Y Rivera, cuyo partido pacta con unos u otros según venga el viento, no considera fiable a Sánchez en asuntos relevantes, Cataluña y fiscalidad, por ejemplo. ¿Por qué facilitarle la investidura? Le faltan a Sánchez un buen puñado de escaños más en su grupo y claridad en sus amistades y proyectos políticos futuros para cargar de razones su petición a Casado y Rivera.

Los poderes de Iglesias son 3.732.000 votos, la mitad que Sánchez, y 42 escaños que le acercarían a la mayoría suficiente para ser investido y gobernar, abstención o apoyo de los independentistas mediante. No son insignificantes los poderes de Iglesias y no importa ahora que su partido ande hecho unos zorros o que en las siguientes elecciones marche al grupo mixto. Cuentan los números de ahora. Sánchez, que lo teme, lo distingue como socio preferente y lo es ya en gobiernos autonómicos y locales sin problemas ni sonrojos. Decía el PSOE, somos la izquierda, pues bien también Podemos y socios lo dicen. Iglesias y los suyos no se caracterizan por sus silencios y por su discreción. De ellos se sabe todo, piden la autodeterminación para todas las comunidades, hablan de presos políticos, critican la Transición, la CE, la Monarquía, el capitalismo, la UE, etc. etc. Son lo más de lo más. Iglesias quiere ser ministro o más y ya se compró casa en Galapagar, poco congruente con su discurso pero se lo perdonaron los suyos, algunos vecinos de urbanización. ¿Cómo Sánchez se sorprende ahora de que Iglesias quiera ser ministro, de lo que sea y de que hable de presos políticos?, entonces, ¿a qué vienen las teatrales escenas de los últimos días por parte de ambos? Sánchez veta a Iglesias de modo contundente pero no a gentes de Podemos e Iglesias con tono de político de altas y generosas miras renuncia al ministerio pero pone sobre la mesa el nombre de la madre de sus hijos, de Echenique y de algún otro mandamás de Podemos. Renuncia ahora al ministerio, a sus posiciones sobre Cataluña, a cuestionar la política económica de Calviño, la UE, Botín y la reforma laboral de Rajoy y niega a Tsipras, su amigo del alma. Al salir de una reunión reciente con Sánchez dijo Iglesias que al presidente solo le había faltado pedirle que se cortase la coleta...pues dicho y hecho. Palabra de revolucionario. Sánchez e Iglesias son un par de irresponsables que no nos merecemos aunque no lo piensen así sus muchos votantes. Ya veremos.