Los escasos hijos de campesinos, trabajadores y pobres en general que, en los años más duros del franquismo, lograban estudiar más allá de las cuatro reglas, podían suspender en junio, pero lo que no podían, de ninguna forma, era repetir curso. Ello significaba dejar de estudiar y ponerse a trabajar como la mayoría de los chavales y chavalas de su entorno, que empezaban su vida laboral a los 14 años. Era así porque la posibilidad de estudiar descansaba en un enorme sacrificio de los padres, en la renuncia de otros hermanos y sobre todo hermanas a hacer carrera y en alguna beca o ayuda condicionada radicalmente al éxito académico mínimo. Podías, pues, suspender en junio, pero nunca repetir curso, lo que llevaba inexorablemente a que si suspendías no había vacaciones. "No se podía jugar con las cosas de comer".

Por la misma razón debieran los dirigentes de todos los partidos de este país quedarse sin vacaciones dado que en junio las han suspendido todas y suspender otra vez en setiembre supondría "repetir curso", es decir "jugar irresponsablemente con las cosas de comer de todo el país". Sin vacaciones, pues, desde el Rey hasta el último dirigente político. Y ello debiera ser público y notorio, como notoria y pública es su holganza de todos los años, para envidia de tantos que no pueden acceder al descanso que sí merecen. Deberían dedicar todo el verano "a recuperar", "a repasar", a conseguir la idoneidad y aptitud que no han logrado en junio por vagancia, estulticia, desinterés, malicia, incapacidad, mala cabeza o por todo junto. Esperaba ingenuamente que así fuese, pero parece que no lo van a hacer. De hecho el Rey ya ha empezado a vacar. Detrás irán todos. Se impondrá la inconsciencia y la insensibilidad o incluso la desfachatez, el descaro y la insolencia, propias de los mandarines sin escrúpulos, que alardean de sus privilegios, muy satisfechos de provocar la pelusa de aquellos a los que, en el fondo, consideran súbditos.

Si este año nuestros capitostes se van de vacaciones será legal, pero comprobaremos, una vez más, cómo con la ley y la desfachatez en la mano se puede escarnecer a la ciudadanía. Y escarnio es "la burla tenaz que se hace con intención de afrentar". Sentimos así su desprecio.