Los libros de texto han estado siempre manipulados por el poder; no hará falta recordar que usábamos la Enciclopedia Álvarez como libro único para toda disciplina, concepto que sí funcionaba en la España nacional-católica, a la misma hora. En aquel tomo creo recordar que la historia era la del imperio, las matemáticas eran áridas; de las ciencias naturales algo recuerdo de listas de huesos y músculos, pero ahora los futbolistas parecen tener otros cuyo nombre no he estudiado; sin duda, culpa mía. De la gramática mejor no hablo, porque a veces leo el verbo fue con tilde. De la geografía solo recuerdo las largas listas de comarcas de cada provincia, cabos, golfos, cordilleras y ríos sin aprender nada de las personas y costumbres de aquellos lugares, suponíamos que todos comíamos lo mismo, en las mismas épocas del año y bailábamos la misma jota. Y qué decir de la historia sagrada de los sábados por la mañana, aquello era una película gore con las aventuras del antiguo testamento, mujeres convertidas en estatuas de sal, niños a punto de ser asesinados por sus padres, mares que abrían paso a los caminantes o los efectos de la colombofilia en la procreación, en fin lo adecuado para un niñato de 9 años afectado por el miedo al pecado sin oportunidades de cometerlo. Pese a todo algunos salimos, no sé cómo; muchísimos se quedaron en el camino y la sociedad del momento nada hizo por ellos, ni siquiera los himnos patrióticos al final del libro.

Tampoco está haciendo nada la sociedad actual ni la administración educativa, sean cuales sean sus subdivisiones geográficas, con la vieja polémica de los libros de texto manipulados, adaptados a una determinada opción política autonómica, normalmente también nacionalista.

Es buen momento para que salgan a la luz los materiales escolares, con una ley educativa sobrepasada, una inspección educativa del Estado, ornamental, en todas las autonomías. Lo mejor que se puede hacer con ellos es que dejen de ser obligatorios, y sé que me paso de frenada; he visto explicar ciencias diseccionando vísceras de animales, aprender geografía con el recorrido de la vuelta a España, explicar las lenguas hablando y entendiendo, antes de aprender a escribirlas y todo sin las tecnologías actuales al alcance de muchas aulas para tener menos fracaso escolar.

Por favor no hagamos propaganda con la mitología del reino de Aragón, de Felipe V y su retrato revuelto, todos aprendemos geometría con la Mezquita. Hagamos proyectos didácticos sobre los diferentes pucheros, potes, fabadas, cocidos, pringás, arroces y paellas, migas y gachas, marmitako y pil pil, asados y parrillas, gazpachos y sopas de ajo; aprenderán ciencias, geografía, historia, cálculo... destripemos además Palabras para Julia y conocerán más mundo.