El juego del secesionismo era crear una situación de violencia potencial, con las calles ocupadas por las masas y, en ellas, grupos en disposición de ejercerla, pero sin llegar a descargarla. Fracasada la jugada del astuto Ulyses, se da un paso más, jugando a fondo la carta de la calle y tomando mayores riesgos, incluido el de un desbordamiento. En eso consiste el tsunami de la gente de paz, diseñado en las alturas, jaleado en las instituciones y ejecutado en calles, carreteras y medios de transporte. Tsunami significa: tirar la piedra, esconder la mano y gritar "som gent de pau". ¿Quién ejerce la violencia?: "Nadie" (dijo Ulyses a Polifemo). Así que estamos ante un segundo gran pulso al Estado, en una semana que será decisiva. ¿Lo sabría Sánchez, y explicará eso su negativa a dar entrada en el Gobierno a quien sospechaba que en el juego del astuto Ulyses sería el caballo de Troya?