No sorprende que los medios de comunicación destaquen de forma reiterada la imprevista decisión de celebrar la cumbre del clima de Naciones Unidas en Madrid, pues se trata de un evento de interés y proyección internacional que se traslada desde Chile a España como consecuencia de la convulsión social y política existente en la actualidad en el país americano. Sin embargo, da la impresión de que se pone más énfasis informativo en el continente que en el contenido. No encuentro motivos para despreciar u obviar los beneficios que puedan generarse al calor del acontecimiento, aunque sería un error desviar la atención de lo realmente importante: establecer acuerdos y compromisos políticos más exitosos que los realizados hasta el momento. La escenografía entretiene pero no resuelve los graves problemas medioambientales a los que se enfrenta la humanidad.

Por otra parte, ¿no es curioso que después de llevar años promoviendo campañas de educación y concienciación ecológica dirigidas a los menores, ahora se vean con cierto recelo las propuestas y demandas de la juventud en materia de sostenibilidad?