Quiero felicitar a Joaquin Phoenix por el Oscar al mejor actor. Viendo la película Joker me trajo a la memoria a Hannah Arendt. Cuando el periódico The New Yorker, mandó a Hannah Arendt como corresponsal al juicio de Adolf Eichmann, no se podía imaginar el revuelo que esta filósofa iba a levantar. Y cómo todo el que sacude al mundo relatando u opinando sobre hechos polémicos, tuvo defensores y detractores. Tres fueron los temas que indignaron a los lectores. El primero, el concepto de la banalidad del mal. El segundo, Arendt insinuó que Eichmann era una persona "terriblemente y temiblemente normal". Y el tercero, criticó a algunas asociaciones judías por colaborar con los alemanes. En vez de defender incondicionalmente, como buena judía, la causa de su pueblo, debatió, investigó, reflexionó... Sus adversarios llegaron a ser muchos; el filósofo Isaiah Berlin no quería ni oír hablar de ella, y el novelista judío Saul Bellow afirmó que Arendt era "una mujer vanidosa, rígida y dura, cuya comprensión de lo humano resulta limitadísima". Sus ideas siguen molestando hoy como lo hicieron hace cincuenta años. Nada en la historia es blanco y negro, y los análisis de Arendt despiertan la animadversión de los que prefieren explicárselo todo con esquemas simples que no permitan la duda ni obliguen a reflexionar sin fin. Hannah Arendt,puso de manifiesto que el mal puede ser obra de la gente común, de aquellas personas que renuncian a pensar para abandonarse a la corriente de su tiempo. Para mí, tanto Arendt como esta película, demostraron una valentía poco común al decir en público lo que opinaban sobre un tema conflictivo.