Ciertamente, cuesta creérselo. He comprobado la noticia en diferentes medios antes de atreverme a escribir sobre ella, porque creía que estaba ante algún tipo de broma. Pero no, parece que va en serio aunque, repito, no es fácil creérsela. La información dice que la empresa titular de la marca comercial Coronita, correspondiente a una conocida cerveza, está detectando en los últimos tiempos una importante caída en las ventas de tal producto. Hasta aquí, nada que no sea el pan de cada día en diferentes sectores, debido a múltiples causas, incluyendo las veleidades del gusto de los consumidores. Pero lo verdaderamente sorprendente, e incluso alucinante, es que tal tendencia parece ser que está relacionada con el nombre de la bebida, que en determinados mercados se ha asociado al Covid-19, el tipo de coronavirus que en las últimas semanas se ha ido expandiendo por diversos países del mundo. Y, así las cosas, las acciones de tal compañía han caído un treinta por ciento, mientras que un verdaderamente increíble 38% de los estadounidenses llega a afirmar que bajo ningún concepto compraría tal referencia comercial, ligando tal decisión con la aparición del brote viral.

Y yo me pregunto... ¿Qué sociedad es la que hemos creado? ¿Qué modelo de información, en el momento en el que la sociedad está más bombardeada por todo tipo de contenidos, que hay personas que son capaces de ligar una marca comercial de siempre -que trata de evocar la Corona como objeto de distinción- con un coronavirus, tipo de patógeno denominado así por su particular estructura? ¿Qué modelo de formación, donde tantas personas leen entre líneas, de corrido y sin dotar de sentido alguno a lo asimilado? Ciertamente, a mí esto me aterra mucho más que los posibles contagios que puedan cernirse sobre nuestras cabezas, y esta es la reflexión que les ofrezco.

Y es que, miren, pocas personas pueden hoy excusarse ante su incapacidad de discernir, en buena lógica, qué tiene sentido y qué no. Antes eran muchos los conciudadanos nuestros que no podían permitirse ir al colegio, pero ya hace décadas que -en nuestro contexto- la enseñanza es obligatoria y un derecho para todos los jóvenes. No dispongo de datos sobre semejantes aberraciones conceptuales en nuestro país, pero que esto pase en Estados Unidos es igual de sangrante. Hablamos de uno de los lugares donde se supone que la formación es de mayor calidad, a la vanguardia en innumerables campos, y donde se presume de que la información fluye con menos filtros, dentro de una diversidad apabullante. Al mismo tiempo, no se trata precisamente de una sociedad con grandes carencias científicas. Estamos hablando de una enorme nación, donde los centros científicos referentes número uno en el mundo se cuentan a puñados en sus diversos campos.

Pero, aún así, muchos no beberían Coronita por su presunta posible relación con el coronavirus... Eso es tanto como decir que si te gripa el coche, por falta de refrigeración y fallo en la junta de culata, esto es debido al virus de la gripe. O que no irás a un espectáculo de Sara Baras, no sea que te ataque el Sarampión, o que no leerás o verás Lo que el viento se llevó con su Escarlata O'Hara, por si te contagia la escarlatina. ¡ Mamma mía! ¿Es ese el nivel de la sociedad global? ¿Es este el paradigma de la buena educación, en una de las mecas del conocimiento? Porque fíjense que estamos hablando, si la encuesta es fiable, de hasta un 38% de los estadounidenses. ¿Cuántas personas con formación superior habrá ahí? ¿Cuántos creadores de opinión? ¿Cuántos referentes en sus diferentes campos profesionales? ¿Estamos de broma...?

Insisto casi cada día en que la formación es absolutamente necesaria para crecer individualmente como persona y para aportar valor conjunto a la sociedad. Desde que en el imaginario colectivo se ha ligado la formación casi exclusivamente a la necesidad de tener un buen trabajo -lo cual es cierto, importante y crítico, pero que no se debe quedar ahí- nos estamos perdiendo un enfoque del conocimiento mucho más orientado a lo transversal, a la capacidad de discernimiento y al cultivo del criterio personal. Y, por eso, hemos pasado de leer en las fuentes, a escuchar a influencers y a ser bombardeados por tuits. A ligar la popularidad -o el atractivo- de quien nos habla con el crédito que damos a lo que dice, independientemente de que no sepa nada del tema que aborda. Y eso nos está pasando factura, de un modo superlativo y que va a más.

No, señores. La Corona o Coronita es una cerveza, que responde a una marca comercial que es la que es, pero que podría haber sido la de enfrente, y punto. El coronavirus Covid-19 es un ARN-virus nuevo, de los casi cuarenta existentes en tal familia, a la que se le llama así - Coronaviridae- por su peculiar estructura, sin entrar en más detalles. Y punto también. Todo lo demás, que implique ligar una cosa y la otra, es pura tontería, lo cual sorprende. Aunque quizá no debiera hacerlo tanto en una sociedad posmoderna y desnortada en la que muchos siguen a sectas de todo pelaje, otros dicen que la Tierra es plana, y otros siguen pagando para que alguien les lea un futuro que hoy ontológicamente no es, y que solo hace referencia a los presentes venideros que aún están por ser construidos...

Aysss.... ¡Qué perecilla tener que andar a esto!