Malos vientos soplan para el AVE a Galicia. Cada vez faltan menos kilómetros por completar para que circulen esos trenes rápidos hasta nuestra esquina peninsular, pero cada vez siempre surgen pegas que enconan el final feliz. No solo ha sido el estacazo que está suponiendo la dichosa pandemia, sino el recorte de ayudas europeas que felizmente -quizás con falta de realismo y exceso de optimismo- llegarán, pero en menor cuantía de la esperada. Y como además la economía deja ahora bastante que desear, resulta que los recaudadores, los de Hacienda, echan cuentas y les faltan recursos, así que hay que sacar de donde sea. Muchos desearíamos que empezasen por recortar sueldos de tantos cargos de escasa utilidad, pero como esos son justamente los que deciden y votan los recortes no están por rebajarse pagas. Así que otean y atacan los campos menos rentables, y uno de ellos -aparte del de las pensiones, que Dios quiera que no insistan- es el de las obras de estructuras costosas y de escasa rentabilidad, el de los ferrocarriles de alta velocidad que aún completados y funcionando no dan ganancias, así que razonan ¿para que gastar más en acabar el AVE a Galicia si sabemos que no será rentable? En otro minuto haré la contra a este enredo.