Aunque personalmente me aplicaré el consejo de los expertos, que ven oportuno que en estas Navidades no haya más reuniones de familia que entre los ya convivientes, no me atrevo a dar lecciones. Ahora bien, creo que es una obligación de los responsables de la salud pública hacer las cuentas tras las Navidades, aunque sea por aproximación. Se trata, simplemente, de calcular cuántos contagios de más se habrán producido, por encima de la proyección de la tendencia, por efecto de las tres grandes celebraciones y del relajamiento de las medidas a causa de ellas, comunidad por comunidad. Luego, a partir del actual porcentaje de letalidad sabríamos cuántos muertos han costado a los españoles sus felices Navidades. Finalmente podría diseñarse una sencilla aplicación para saber el porcentaje que a cada uno le toca, en función del número de asistentes a sus celebraciones. Esto ya sería opcional.