Bueno, aquí estamos de nuevo, en la víspera de la Nochebuena. De ese día mágico que, directamente, nos conecta con cada una de las Nochebuenas pasadas, en una serie homóloga que se nos antoja infinita, formada por idénticas fechas de todos y cada uno de los años de la línea de tiempo que cada uno atesora. Sí, ese conjunto de días de celebración en familia diferentes que, década tras década, nos lleva a nuestra infancia. A esos días de vacaciones eternas donde la casa se revolucionaba y donde volvían aquellos que estaban lejos, y compartían con nosotros el tiempo y unos momentos inolvidables, de sencilla y plena alegría en las postrimerías del año.

Qué les voy a contar, porque cada uno de nosotros y nosotras tiene su visión, única e irrepetible, de qué significan estas fechas y por qué. Podría hablarles de mil y un momentos, de muchas personas que ya no están, de olores, colores, sabores y texturas. Podría intentar regresar a edades muy tempranas, paseos memorables en días brillantes y gélidos, con el sol alto en el cielo al pie de la Torre de Hércules, o de aquellas exploraciones con papá por zonas de acantilados sublimes y flores bellísimas, tan cerca de casa. Aquellas jornadas interminables donde los nervios y la ilusión se materializaban en cada detalle de estos días realmente diferentes. Sí, podría tratar de recordar más y más... y les invito a que lo hagan también, como forma de mantener la memoria de todo lo que nos ha ido ocurriendo y nos ha llevado hasta aquí, también como homenaje a todos los que se esforzaron, en su día, porque tuviésemos la mejor Navidad y la mejor vida posible. Y eso, queridos amigos y amigas, forma parte de lo más maravilloso de nuestra propia existencia, ¿no les parece? Evidentemente que en la misma también habrá habido problemas, días difíciles, sinsabores y momentos menos felices, pero... ¿qué seríamos nosotros hoy si no bebiésemos también de las fuentes de esa colección de momentos maravillosos vividos, como por ejemplo los que yo les refiero sobre los días de infancia y Navidad?

Y, hecho el ejercicio de no perder la memoria, volvemos al presente y aquí estamos, sí. Recuerden que el presente es lo único que verdaderamente tenemos, efímero y, a la vez, siempre actual. El pasado es el recuerdo, importante para mantener el rumbo y para ese continuo ejercicio de aprendizaje inherente al hecho de vivir. Y el futuro no es más que un deseo, una forma de nombrar posibles presentes que quizá se materialicen, y quizá no, y que pertenecen al cono del espacio-tiempo posible, lejos de hoy. El futuro no existe, por más que algún estafador insista en el servicio de leérselo a algún incauto. El futuro no ha percolado todavía en el abismo del tiempo. El futuro, si llega algún día, será presente. Y, si no, no existirá.

Presente, sí, y parece que no nos ha tocado la lotería, aunque no me he tomado la molestia aún de revisar las pocas participaciones con las que concurso en esta otra tradición que viene de lejos, un único día al año. Pero no, si nadie ha dicho nada, si no hemos recibido llamadas de nervios y alegría y no hemos salido en el periódico ni hay mayor algarabía, seguro que no ha tocado. Bueno, más de lo mismo. Felicitemos a los que sí han sido señalados por tal magnífica noticia y ya veremos si tal suerte nos acaricia en ediciones futuras, si es el caso. Quizá.

Y, mientras eso llega, si es que alguna vez es así, deseémonos Feliz Navidad, queriendo compendiar en ello un conjunto de intenciones que buscan arropar y comprender a las personas, transmitiendo un sincero optimismo y deseos de buena voluntad. Sí, deseémonos lo mejor en los días que vengan, que siguen siendo complejos y donde la incertidumbre golpea de forma insidiosa. Compartamos ese regalo de optimismo mágico, sabedores de que vivimos interconectados por nuestra propia circunstancia colectiva, de forma que lo que es mejor para uno nos afecta a la totalidad, y de que lo que nos mejora a todos redundará en mejor vida individual.

Tengan Feliz Nochebuena y Feliz Navidad, aunque sea recortada, solitaria, contenida y prudente. Así tiene que ser, para el beneficio de todos. Ya llegarán días mejores, o no. Pero ahora toca lo que toca, y Navidad también es ser feliz con poco. Quizá, por diferente, puedan captar mejor la esencia estos días de lo que puede significar tal Navidad. Y, en cualquier caso, todo planteamiento es bueno si ayuda a protegernos a nosotros y, sobre todo, a las personas más vulnerables de esta sociedad. En todos los sentidos. En el pandémico y, como no, en el social.

Sí. Feliz Navidad, de corazón. Feliz 24 de diciembre. Feliz 25 de diciembre. Felices días venideros. Feliz Felicidad. Feliz Navidad.